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contó sin duda con que se ejerciese en casos raros, en ocasiones solemnes; cuando la sana opinion pública se declarase contra un parlamento; cuando se tratase de alguna medida para la conservacion de las mismas libertades; cuando lo exigiese el bien del Estado, y no cl interés personal de un ministerio. Mas temeríamos abusar de la bodad del lector insistiendo de nuevo en lo que hemos indicado tantas veces. Volvamos al campo de los hechos.

boudad

El ministerio que en menos de un año habia acabado á mano violenta con dos Córtes, por sustraerse á la influencia de dos mayorías que le molestaban, debió de conocer al fin que se hallaba en mal camino, y que la facultad de suspender y disolver, no era espediente de que se podia hacer uso en todas ocasiones. Sin el apoyo, el ausilio, la proteccion de una fuerte y compacta mayoría, tenia que renunciar á ser gobierno. ¿Por cuál de las dos se decidiria pues, por la antigua ó la moderna? ¿Por la de los moderados, que eran su partido, ó por los progresistas ó sus antagonistas en política? La eleccion no era dudosa: á los primeros pertenecia de derecho la victoria. De este pensamiento fijo del gobierno, fué resultado natural el sistema que iba á adoptar en materia de elecciones. Ni en las de 1837 ni en las de 1859, habia tomado mucha mano el gobierno por las razones que hemos dicho; la primera vez por política de los que entonces gobernaban; la segunda, porque tal vez se hallaba indeciso el ministerio Castro-Arrazola sobre el plan de conducta que mas le convenia. Ahora las circunstancias eran otras. Obtener una mayoría de su color, en cantidad y calidad; hé aquí lo que debió de ser blanco de sus miras; hé aquí lo que el ministerio promovió con cuantas fuerzas estaban á su alcance. ¿Quién ignora, quién no sabe por esperiencia hasta donde llegan los medios de que para vencer en estas lides disponen los. gobiernos? Favores, rigores, halagos, ceño, interpretaciones torcidas y violentas de la ley; autoridades sumisas, con sed de complacer á los que mandan! ¿Quién puede resistir á esta falange impenetrable? ¿Qué elecciones no salen á gusto de un gobierno de fuerte voluntad que no repara en medios? El campo de las

que nos ocupan en este momento, lo fué verdaderamente de Agramante. Teatro fué de conflictos, de quejas, de reclamaciones, de acriminaciones, de violentas luchas: en varias partes fué turbado el órden público. Los resultados respondieron á las intenciones, á los deseos del gobierno Volvió el partido moderado en mayoría, con todos sus corifos y prohombres que se habian eclipsado en las anteriores Córtes. Quedaron otra vez sus antagonistas en grande minoría; mas se escaparon del naufragio sus caudillos, y á escepcion de dos ó tres que no fueron reelegidos, todos hicieron parte de las nuevas Córtes.

Se abrieron estas el 18 de febrero de 1840 con las solemnidades de costumbre por la Reina, en el salon del Congreso de los diputados, presidiendo el acto el Sr. Florez Estrada, como de mas edad de los dos que estaban á la cabeza de ambos cuerpos colegisladores. Pocos párrafos copiaremos del discurso régio, que fué corto, de formas casi iguales á los pronunciados en otras ocasiones.

«En la Península, la mayor parte de las provincias disfrutan los beneficios de la paz, recogiendo abundantemente y con públicas muestras de gratitud el fruto del memorable convenio de Vergara. . . . .

<< Gracias á su benéfico influjo, al celo y firmeza de las autoridades, y al apoyo de la benemérita Milicia Nacional, que ha correspondido al importante fin de su institucion, el órden y la tranquilidad se han conservado en todo el reino, y si han tenido lugar no graves escepciones, las providencias de mi gobierno han bastado á atajar el daño, y el freno saludable de las leyes evitará su repeticion.

El rigor de la estacion ha interrumpido el progreso de nuestras armas. Concentrada la mayor parte de nuestro ejército en el bajo Aragon, se prepara á nuevos triunfos, que yo espero de su valor y disciplina y de la decision de su caudillo. Entre tanto han sido pacificadas las provincias de Galicia, Toledo y Ciudad-Real; y si otras con sentimiento mio no esperimentan igual beneficio, mi gobierno tiene adoptadas las disposiciones convenientes para que se consiga tan apetecido resultado.»

TOMO IV.

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«Hallándose tan adelantada la grande obra de la pacificacion, es indispensable hacer sentir á los pueblos las ventajas del régimen constitucional, por medio de leyes que estando en la debida consonancia con la Constitucion del Estado, den fuerza y vigor al gobierno, prendas y seguridades á la conservacion del órden y de la pública franquilidad.

«Con tan importante propósito, os serán presentados varios proyectos de ley, cuya gravedad y urgencia reconocen todos. Tales son las que deben poner de acuerdo las diputaciones provinciales y los ayuntamientos, en el tenor y espíritu de la Constitucion vigente, la que corrija los defectos que la esperiencia ha hecho reconocer en la ley electoral, la que dejando completamente á salvo la libertad de la imprenta, ponga coto á sus demasías; la que atienda de una vez á la seguridad y dignidad del culto, y á la suerte del clero, sin olvidar la triste situacion de las religiosas y esclaustrados; la que ha de organizar el consejo de Estado para que sirva de luz y de guia á la corona, y ademas las medidas legislativas que reclaman la administracion de justicia, la marina nacional tan digna de la mas solícita atencion, y otros objetos de no menos importancia. »

Señores senadores y diputados: la paz, la union y la reconciliacion de los españoles, son y han sido siempre los votos de mi corazon. La Providencia ha bendecido mis esfuerzos, asegurando el triunfo de nuestras armas; á vosotros, con mi gobierno, toca lo demas. Cuento con vuestro apoyo y lealtad, y que unidos todos en derredor del trono de mi escelsa hija bajo la bandera de la Constitucion que hemos jurado, bastaremos á superar cuantos obstáculos se opongan á la consolidacion del órden y de la verdadera libertad. Estos son mis deseos; esto aguarda de vosotros la nacion, y tan noble esperanza será cumplida.»

No fue cumplida esta esperanza; era imposible que lo fuese, atendida la composicion de aquel Congreso. Ninguno se habia reunido con mas elementos de discordia y desconfianza mútua. Se presentaba la minoría resentida de su última derrota; sobradamente penetrada de su triunfo la mayoría, que conservaba aun recuerdos vivos de que habia sido vencida en las anteriores

elecciones. Las mismas escenas que habian ofrecido las del Congreso en la primera legislatura de las Córtes de 1837, debian de reproducirse ahora por la misma causa; y con tanta mas viveza, cuanto se habian abierto nuevas heridas, sin estar cerradas las de aquella epoca. Dió el exámen de las actas salida y espansion. á tan amargos sentimientos. Resonar n en el Congreso mil reclamaciones y quejas sobre las infracciones de ley, los abusos del poder, los atropellos personales que se habian cometido en el campo de las elecciones: cada discusion fue una batalla, donde se peleaba con igual encarnizamiento por entrambas partes. Varios diputados que no tenian costumbre de tomar parte en estos debates, bajaron al palenque: el mismo Argüelles pronunció un largo discurso atacando las elecciones de Córdoba, que fueron gran campo de contienda. Las votaciones fueron casi todas nominales: los números se mostraron en todas ellas inflexibles. Væ victes!

Para que fuesen del todo fatales los auspicios bajo los que aquellas Córtes se instalaban, se alteró el órden público de la capital en los primeros dias, cuando comenzaban los trabajos. Se reunieron varios grupos en las inmediaciones del Congreso, prorrumpiendo en voces subversivas: en otros puntos de Madrid se verificaron reuniones, en que se dió vado á los mismos sentimientos. Algunos diputados de la mayoría se quejaron de haber sido insultados, y visto sus vidas en peligro á su salida del Congreso. El público estaba agitado y conmovido; las manifestaciones de afuera, solo servian para añadir fuego á la irritacion que reinaba en el salon de las sesiones; mas las autoridades militares y civiles calmaron pronto aquella efervescencia popular, que no produjo mas que ruido, sin otros resultados que el estado de sitio en que se declaró la capital, y que continuó muchos dias á pesar de las reclamaciones de la minoría.

El Congreso quedó organizado definitivamente el 18 de marzo. Se nombró presidente al Sr. Isturiz; los vice-presidentes y los secretarios fueron asimismo sacados de la mayoría. Al nombramiento de la mesa, siguió el juramento de los diputados.

En la sesion del 21, se leyeron dos oficios; uno del señor

:

Lopez (D. Joaquin, y otro del Sr. Caballero, en que renunciaban su cargo de diputados. No habian asistido á la sesion del 18, ni habian prestado juramento.

En los pormenores de estas Córtes no entraremos. Es inútil repetir lo que hemos dicho, aunque de paso, sobre las de 1837. El mismo tono en las discsiones: el mismo calor en los debates, el mismo ardor en el ataque y la defensa; la misma propension y hasta ansia en aprovechar los descuidos de su adversario; en ponerle en contradiccion con sus discursos ó actos de otra época, y para que la comparacion sea mas exacta, la misma esterilidad de resultados; pues á escepcion de dos ó tres asuntos que que. daron concluidos, los mas solo fueron incoados.

El proyecto de la contestacion al discurso de la corona, de cuya comision eran individuos los Sres. Martinez de la Rosa y el conde de Toreno, fue presentado en la sesion del 21 de marzo, y puesto á discusion en la del 23. Como habia alusiones, y bastante amargas, á los disturbios de la capital, acaecidos un mes antes, y á las medidas que el gobierno habia tomado, fue blanco, como es natural, de impugnaciones vivas por parte de los Sres. Cortina, Olózaga y Argüelles, que le combatió no solo en esta parte, sino en la relativa á las relaciones estranjeras, como era su costumbre. No hay duda de que aquel movimiento se habia esplotado por el partido de la mayoría contra sus adversarios en términos ágrios y ofensivos, acusándolos indirectamente de cómplices é instigadores. Las quejas fueron amargas; las réplicas vivas: á la acusacion sobre el estado de sitio respondian los de la mayoría, que la oposicion les habia dado este ejemplo en otras ocasiones. Habiendo soltado el Sr. Argüelles la especie de que habia recibido anónimos y avisos en secreto de que sus dias estaban en peligro, contestó un diputado que varios de sus compañeros de la mayoría habian sido insultados y amenazados de las mayores violencias cuando los pasados alborotos. Asi las cuestiones, se hacian por la mayor parte todas personales. La discusion sin embargo del proyecto de contestacion no ocupó muchas sesiones, ni dió lugar á discursos tan largos como en otros casos. En la del 2 de abril fue aprobado con muy pocas

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