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milmente inferir, y tampoco no le faltarán autoridades en que apoyarse, que Aragón se sirvió hasta el siglo XIV inclusive del idioma latino y del provenzal y no de ningún otro, cuya opinión robustecen los fueros de Jaca escritos en lemosín y conservados en un códice del Escorial; una Crónica manuscrita de los reyes de Aragón escrita en catalán y citada en el libro de las Coronaciones de Blancas; una colección de fueros, que fué la primera compilación y se hizo en catalán, habiendo sido disfrutada por Diego Morlanes; el homenaje rendido en catalán á Pedro el Grande por Jaime II de Mallorca, que corre con algunas piezas latinas al fin de la crónica de D. Pedro el Ceremonioso, publicada en nuestros dias; y muchos otros documentos que comprobarían el uso general de ese idioma en nuestro reino, habiéndose de contar entre ellos algunos libros que se dicen escritos en romance, pero entendiéndose que son en provenzal, el cual se denominaba también con aquel nombre.

Mas, aun concediendo nosotros que el idioma lemosín ó el catalán fueran el lenguaje de la poesía, el de la casa real y el de cierto género de documentos oficiales que no se redactaran en latín, nunca deduciríamos la absoluta de que aquél fuera el idioma literario, cuando á eso se oponen, no ya algunos escritores imparciales como Terreros y Aldrete, sino los importantes documentos que se nos ofrecen, siglo por siglo, desde el primero documental que es el duodécimo; ni mucho menos incurriríamos en el manifiesto error de suponer que aquella lengua sábia hubiera sido el idioma del pueblo como lo afirma Viardot, á cuya autoridad ha

cedido un laborioso escritor aragonés, (1) así como tampoco no podemos convenir con Mayans para quien «la antigua lengua aragonesa se conformaba más con la valenciana, ó por mejor decir era lemosina.»

Creemos nosotros, muy al revés, que en Aragón hubo antes de la conquista árabe una crisis lingüística totalmente igual á la que padeció el resto de España; que en las montañas de Sobrarbe se conservó y pulió en lo posible el nuevo idioma como en las de Asturias; que una vez desahogados los cristianos, y pudiendo descender ya á las llanuras, extendieron su idioma como su reconquista; que los árabes con su tolerancia y su cultura, no menos que con sus victorias y alianzas, hicieron triunfar sobre nuestro infantil idioma un crecido número de palabras todavía conservadas en gran parte; que en adelante la unión de la corona real aragonesa con la condal de Barcelona, y sobre todo la influencia que nos vino de la Provenza cuando entraron á gobernarla los Berengueres, se dejó sentir muy perceptiblemente en el idioma aragonés, dándole un tinte lemosín é invadiendo casi por completo la poesía, el palacio de nuestros reyes y en algún modo las transacciones forenses; que sobre todo esto se mantuvo bastante viva desde los siglos XIII y XIV la comunicación entre aragoneses y castellanos protegiendo la conservación de aquel idioma casi común, el cual no necesitó unifor

(1) D. Mariano Nougués en su obra histórica sobre la Aljaferia, en quien sospechamos que haya influido el recuerdo que hace el abate Andrés del Sr. de la Curne, colector diligente de poesías provenzales, á quien una poesía francesa antigua hizo deducir ante la Academia de Inscripciones y Bellas letras que los catalanes y aragoneses hablaron la lengua de Oc.

marse con la elección de un príncipe castellano para el trono aragonés, ni menos posteriormente con la reunión definitiva de ambas coronas; y en una palabra, que el roce con los árabes, las reminiscencias de la época provenzal (1) y el carácter particular del pais, unido al espíritu fuertemente provincial que todavía se deja sentir en algunas de España, han conservado un cierto semblante al dialecto aragonés (si así puede llamarse que es el que le diferencia, aunque en poco, del habla castellana, según que en breve procuraremos demostrarlo.

Hé ahí muy en resumen la opinión que hemos formado en esa dificil cuestión de los orígenes del idioma aragonés; y para ello, si no tuviéramos mejores y más indestructibles pruebas que pronto aduciremos, nos apoyaríamos en las palabras mismas de Mayans, el cual, no sólo emite su parecer de la manera muy dudosa que se ha visto, sino áun confiesa allí mismo la antigüedad de un lenguaje aragonés independiente de los que en adelante le afectaron; y si después asevera la identidad del aragonés y lemosin, lo hace con tan mala prueba, que no aduce sino el breve catálogo de vocablos aragoneses declarados por Blancas en sus Coronaciones, catálogo que sólo contiene unas doscientas, de entre las cuales la mitad son de purísimo castellano antiguo, (2)

1) Cuyo idioma, según dice Latassa, estaba influido aquí de muchos otros que entonces se usaban según la mezcla de las naciones que en las ordinarias guerras contra moros concurrían de gascones, bretones, navarros, narbonenses, proenzales y otras gentes.»

2) Adocir por traer, agenollarse por arrodillarse, afeitado por aderezado, costado por lado, cojines por almohadones, en guisa por á manera de, en torno por alrededor, extraños por extranjeros, fillos por hijos, home por hombre

ó totalmente latinas, esto es, castellanas también), y las restantes, ya pocas en número, son tomadas en general de documentos antiguos, los cuales no eran al cabo el habla del pueblo, sobre que nosotros ya hemos concedido haberse redactado con frecuencia el lenguaje palaciano.

En cambio de las vacilaciones con que luchó Mayans, y de la afirmación de Terreros en cuyo concepto recibió Aragón el idioma castellano desde los tiempos de Fernando el Magno hasta el siglo XII, hay otros que confiesan la influencia aragonesa áun sobre el mismo idioma de Castilla, entre los cuales nos limitaremos á citar al P. Merino. Este diligente investigador, que no debe ser sospechoso de parcialidad, cuando por el contrario afecta despreciar todo lo que no sea Castilla, omite hablar de documentos aragoneses, atribuye en cierto modo á la Coronilla el desmejoro de la caligrafia, y no tiene por verdaderos reyes de España sino á los de Castilla; se ve forzado á conceder que el Aragón tuvo sus rimas ó su poesía propia (aunque no dice si castellana) desde el siglo vin, y á confesar que el vulgo, á quien atribuye exclusivamente la formación del lenguaje, mejoró su idioma con el trato de los aragoneses y otras gentes, é hizo culta su lengua de suerte que ya pudo andar en las escrituras; opinión que en

non por no, prender por tomar, trocar por hallar, vegadas por veces y vie Ho por viejo, no son castellanas ó por lo menos no lo han sido?

Muchos, dice, le nombran con vilipendio la vil plebe, el ignorante vulgo; pero bien le pueden tratar como quieran que al cabo el vulgo ha de ser el que forme la lengua y el que arrastre á los doctos y los envuelva en su lenguaje... el vulgo los redujo á hablar bárbaramente y les hizo admitir a pesar suyo el romance,>

nuestros días ha reproducido Monlau en su Diccionario etimológico.

También comprobarían nuestro parecer varios escritores biografiados por Latassa, el cual con respecto á ellos no dice, como expresamente de otros, que escribieron en lemosín sino en romance vulgar; y sobre todo, no debieron escribir sino en aragonés, tal como él fuera, pero seguramente de otro modo que el lemosin, los Anónimos del siglo XIV á quienes da cabida en su Biblioteca antigua, fundado en que deberían ser aragoneses á juzgar por el dialecto, observación que repite en el siglo xv hablando de Fr. Bernardo Boyl, traductor del libro intitulado Isac de Religione, cuya versión dice que se halla escrita en lengua aragonesa, añadiendo que deduce que el autor lo era por la calidad del idioma aragonés en que hizo la citada versión. (1)

Los SS. Flotats y Bofarull, editores de la Crónica del rey D. Jaime, dicen por otra parte que la lengua lemosina es la que «estaba en tal tiempo más en boga en la corte de Aragón, y que se hablaba en casi todos

(1) En la sección de mss. de la Biblioteca nacional existía, según el Indice que formaron los Iriartes, una Crónica de los reyes de Aragón en lengua aragonesa, y el reciente decreto de Archivos y Bibliotecas (17 de Julio de 1858) dispone que se reunan en edificio cercano á la Corte los archivos de las órdenes militares en sus dos lenguas de Castilla y Aragón, pero indudablemente que se refiere, sin bastante propiedad, á la lengua de la Corona de Aragón. Actualmente en la baronía de Arenoso, en algunos pueblos del río Mijares, como Villahermosa, se habla el español que allí llaman el aragonés, según lo indica el diligente escritor D. Braulio Foz en el tomo V de su Historia de Aragón. Por lo demás en Aragón hay tal anarquía en el idioma, que existen pueblos muy próximos entre sí pero muy apartados de lenguaje, por ejemplo, Castelserás, Valdealgorfa y Codoñera, en la provincia de Teruel, partido de Alcañiz: en los dos primeros se habla castellano, en el último cierta informe mezcla de modismos aragoneses, catalanes y va lencianos.

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