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Carta del Definitorio de la Provincia de San Gregorio al Rey, suplicándole no acceda a las pretensiones de los Hermanos de San Juan de Dios sobre los hospitales de Manila. Dilao, 20 de Julio de 1622 - Ms. original de AIS, sig. 61-1 38.

Señor:

>> Por las muchas mercedes y gran charidad que V. M. ha hecho siempre a esta Prouincia y cuydado especial con que ha acudido a todo lo necessario, estamos todas los religiossos della muy obligados, y procuramos satisfacer algo de obligacion tan grande con nuestros sacrificios y pobres oraciones, procurando siempre satisfacer a los pios yntentos de V. M. no sólo en la administracion de las almas, sino tambien en la cura de los enfermos de los hospitales destas Yslas y Maluco, que esta Prouincia ha fundado con muchos trabajos y pobreça, gastando en ello muchas limosnas de la Horden, donde aprenden de ordinario muchos religiossos assi cirugía como medicina, y de donde se salen muy sufficientes para curar assi en las enfermerías de los pueblos de los naturales a ellos y a los ministros, como para las Reales Armadas de V. M., con el prouecho y açierto que todos saben, y escussando muchos gastos que se harian con los cirujanos seculares, quando vbiera, quanto y más que no los ay para acudir a semejantes necesidades.

> Aora pues, Señor, hemos sabido que los Hermanos de Hoan de Dios pretenden los dichos hospitales, y que en conformidad desto han hecho diligencias en esta tierra para que V. M. les haga merçed dellos; y assi esta sancta Prouincia, confiada en la mucha prudencia y consideracion con que V. M. dispone semejantes cosas, la mucha deuoçion a nuestra sagrada Religion y particularmente la merced que aora seys años V. M. nos hiço açerca de los dichos hospitales, pide a V. M. humildemente no se ynnove nada en cosa tan vtil y de que siempre nos hemos tenido los religiosos por obligados a la merced que en ello se nos ha hecho: de cuyo reconocimiento, para que V. M. se entere, embiamos a nuestro Procurador, que es religioso de crédito (1), y suplicamos a V. M. le mande oyr, etc.

>> Guarde y prospere nuestro Señor a V. M. por muy largos y feliçes años, como sus súbditos y capellanes hemos menester.

>Fecha en nuestro conuento de Dilao, a 20 de Julio de 1622 años. >> Fr. Pedro de San Pablo, ministro prouincial.

Fr. Andrés del Sacramento, difinidor. Fr. Agustin de Tordesilla, difinidor Fr. Christoval de Santa Ana, difinidor, Fr. Antonio de Nombella, difinidor. Todas las firmas rubricadas.

1) El Procurador a que se refiere es Fr. Marcos de Lisboa. Este religioso vistió el hábito franciscano en el convento de Malaca el año 1582; en 1585 pasó a las Filipinas, donde le ocuparon los Prelados en la administración de Camarines. Fué tres veces Definidor, y en 16 de Enero de 1609 fué nombrado Vicario provincial. Durante su gobierno se abrió la misión de Ituy, y se fundaron los pueblos de San Bernardo y San Juan Bautista de Marinduque, Iguey, Calaguimi, Casiguran, San Diego de Ibalon y también se fundó la V. O. Tercera de Manila. En 1619 fué desterrado a Méjico por el comisario de Visita P. Laurel, y habiendo sido declarado inocente, fué nombrado, en 16 de Julio de 1622 Procurador y Custodio para votar en el Capítulo general; fue a Roma y terminada su comisión se retiró al convento de San Gil, de Madrid de la Provincia de San José, donde falleció a primeros del 1628. Véase PLATERO, págs. 53-4.

Carta de la Ven. Orden Tercera de Manila al Rey recomendando al arcediano D. Alonso Garcia de León. 9 de Julio de 1632. - Ms. del AIS, sig. 68-1-43.

«Señor:

> La Tercera Orden de Penitencia del seráffico Padre San Francisco de esta ciudad de Manila hazemos saber a V. Magestad cómo el arcediano D. Alonso Garcia de Leon, comissario del Sancto Officio desta ciudad, juez, prouisor y vicario general deste Arçobispado, es vno de los Hermanos más antiguos de nuestra Orden, y en ella, por sus muchas virtudes y buen exemplo, ha tenido los officios de mayor ymportancia; fué Ministro el año de seiscientos y veinte y dos, y al presente lo es tambien con gran aprouacion, exerciçio de virtudes, visitando cárceles y hospitales y otras obras de charidad en que se ocupa nuestra Orden por el discurso del año; ministrando la comida a los pobres por su propia mano, con mucha ediffi caçion nuestra. Y asi por esto como por sus letras, valor y suficiencia le juzgamos por vna de las personas de más partes y calidades que V. Magestad tiene en todo el estado eclesiástico de estas Yslas.

Por lo qual desseamos, pedimos y suplicamos a V. Magestad le honrre y acreciente, que qualquiera dignidad o prelacia caerá muy bien en tal persona y especialmente si es en estas Yslas, donde es muy amado, rrespetado y estimado de todos por su afable condicion y nobleça, y lo más principal entendemos será para seruiçio de Dios nuestro Señor y de V. Magestad, cuya persona guarde y prospere Dios y acreciente en mayores reynos y señoríos para bien de su Iglesia.

>Manila, y Jullio, nueue de mil y seiscientos y treinta y dos años. > Fr. Juan Baptista, vissitador (1).

>> Andrés López de Haçalzegui. Joan de Olaiz. Pedro Martinez. Hernando Garçía. Juan Gómez de Leon. D. Juan Saeldio. Teresa Arias de Verastegui. Francisco Revolledo. El licenciado Joan Saemuy. Joan Pr. Juan López de Antoin.»

La Cruz de San Pedro de Alcántara. -La iconologia cristiana nos representa a San Pedro de Alcántara arrobado ante una cruz, aludiendo a los frecuentes raptos con que ante ella era favorecido por Dios, y particularmente al éxtasis que tuvo ante una cruz en la huerta del convento del Palancar, desierto próximo a El Pedroso, lugar de la provincia de Cáceres.

El P. Alonso de San Bernardo nos dice (2) que estando el Santo en el

(1) Según el P. LA LLAVE, trienio XVII, cap, VII, el P. Juan Bautista Fernández fué natural de Villarejo, en la Mancha. Estudió Artes en Alcalá, donde tomó el grado de licenciado. En 1593 salió de España para Méjico en compañía de un tío suyo, llamado Fr. Francisco de Villarejo, donde vistió el hábito de San Francisco en la Custodia de San Diego. En 1598 pasó a Filipinas con su tío el P. Francisco de Villarejo, y en Septiembre del mismo año acompañó a D. Luis Pérez Dasmariñas en su expedición a Cambodja, de donde regresó a Manila en los últimos meses del 1599 (AIA, t. III, págs. 38-43). En Filipinas ejerció los cargos de Guardián de Manila, Dilao, San Francisco del Monte y Sampaloc, Definidor por tres veces, Maestro de novicios, Provincial y Comisario de la Orden Tercera, y falleció en 1635, según el P. Platero, pág. 107.

(2) Vida del glorioso San Pedro de Alcántara, lib. I, cap. XVII, pág. 103. Madrid, 1783, convento de El Pedroso, le crecieron un dia tanto los ardores del amor divino, «que, no cabiendo en la celdilla ni en el convento, se salió a la huerta; y llegando a una cruz que en ella estaba plantada, se arrodilló, y con los brazos puestos en cruz y los ojos clavados en el divino madero, se quedó arrobado, arrodillado en el aire, y sobre su cabeza apareció una nube tan clara y resplandeciente como suele estar cuando el sol se envuelve en ella; y de los ojos le salian unos rayos que iban derechos a la cruz, tan resplandecientes como los del sol, y la misma cruz comenzó a resplandecer, dando evidentes señales de que el Señor crucificado se le mostraba y manifestaba en aquel trono y sacrosanto leño, el cual también arrojaba gloriosos rayos de claridad y fuego celestial, mezclándose con los que despedia por los ojos San Pedro».

Tratando el P. Alonso De la gran devoción que San Pedro de Alcántara tenía a la Cruz y Pasion de Christo nuestro Señor, dice (2) que «en el convento del Pedroso puso (San Pedro) el sacro Calvario en una eminencia o montaña, donde iba muchas veces a hacer oracion, considerando profundamente el viage de nuestro Redentor desde la agonia del Huerto hasta el monte Calvario; donde, llegando el Santo con la imaginaria presencia de Dios, como que venía acompañando a su divina Magestad, derramaba copiosas lágrimas, y algunas veces eran muy grandes suspiros y gritos que daba, pareciendo que veía con sus ojos el trágico suceso de enclavar en el madero al sagrado cuerpo del Señor, barrenando las manos y pies, y levantándole en alto, porque las acciones (que notaban los religiosos desde el convento) parecian causadas de ver con los ojos del cuerpo, lo que era sólo viva representacion de los del alma.

> Unas veces se abrazaba con el pie de la cruz; otras besaba la tierra donde estaba fixada, abrasándose el pecho en ansias dolorosas de amor; y no se podía negar que el Señor se le manifestaba pendiente del madero, porque hincado de rodillas, los ojos clavados en la cruz, vertiendo lágri mas, extendia los brazos, deseando verse (con eficaz afecto) crucificado y morir por el Señor en la cruz, derramando su propia sangre en reconocimiento de la que el mismo Redentor habia esparcido por él y por el mundo; mas como esto no le era permitido, se ofrecia en sacrificio de si mismo al Señor, deseando padecer todos los tormentos imaginables por su amor. Los sentimientos que en su alma habia eran tan grandes, que le privaban del uso de los sentidos, quedándose en silencio, obrando sólo las potencias, y arrebatado por el aire en la misma forma que estaba, hincado de rodillas y los brazos extendidos en forma de crucifixo, subia hasta emparejar con los de la cruz, en cuya devotisima postura perseveraba algun tiempo.>

El arrobamiento ante la cruz de la huerta del Palancar nos lo refieren con las mismas circunstancias que el P. Alonso de San Bernardo los Padres Fr. Juan de Santa Maria (2), Fr. Juan de la Trinidad (3), Fr. Martin

(1) Lib. II, cap. VIII, pág. 235.

(2) Chronica de la Provincia de San Joseph, P. I, lib. I, cap. XIX, pág. 103. Madrid, 1615. (3) Chronica de la Provincia de San Gabriel, P. I, cap. LIII, pág. 469. Sevilla, 1652.

de San José (1), Francesco Marchese (2), Fr. Laurentio a D. Paulo Sueco (3) y Fr. Diego de Madrid (4), y a él se alude en el siguiente verso del himno de maitines y en el responsorio sexto del oficio eclesiástico del Santo.

Dum flexo adorat poplite
Crucis sacratum stipitem,
Crux emicat divinitus,
Ipsumque splendor imbuit.

Cum introisset in hortum, in quo fixa erat crux, expansis manibus orabat, dicens: Suscipe me et salva me, o bona crux. Resplenduerunt montes ab ea, et nubes lucida obumbravit caput ejus.

No nos refieren los citados cronistas, ni alguno otro que sepamos, el estado en que quedó la cruz de la huerta del Palancar después del milagroso arrobamiento que ante ella tuvo el santo Penitente; y acerca de su paradero solamente el P. Diego de Madrid nos dice que la poseian los Padres del convento de los Descalzos de Brihuega. Hoy dia se venera esta cruz en la iglesia de los Padres Franciscanos de Pastrana, quienes, para honrarla como es debido, la han dedicado uno de sus altares.

Como consideramos esta cruz cual una de las más preciadas reliquias de San Pedro de Alcántara, nos parece conveniente hacer su descripción y publicar la Relación historial de las vicisitudes por que ha corrido hasta llegar a poder de los religiosos de Pastrana.

Está encerrada là cruz en un estuche de madera que mide un metro y 80 centimetros de largo, y los brazos un metro con 20 centimetros. Tiene 10 cristales; nueve de ellos miden 19 centimetros de largo por 91% de ancho; el cristal del centro, que corresponde a la unión de los brazos con el asta, mide 91/, centimetros en cuadro. El exterior del estuche está pintado imitando al nogal, y el interior, forrado de terciopelo encarnado. Le cierran dos llaves.

La cruz es de pino, toscamente labrada, y muy desproporcionada su forma. Tiene de largo un metro con 46 1/2 centimetros, y los brazos un metro con 14 centimetros; el grueso de la tabla es de 37 milimetros, y lo ancho de 12 centimetros. Tiene tres agujeros correspondientes a los tres clavos; la distancia de un agujero al otro, en los brazos, es de 94 centimetros, y desde la cabeza, que se halla marcada en el centro de unión de los brazos, hasta el agujero del clavo de los pies, hay 99 centimetros. En la cabeza de la cruz, en lugar del Inri, escrito en papel, que está pegado a ella, se lee: Resplenduerunt montes ab ista Cruce & nubes lucida obumbravit caput Sancti Petri. La piedad indiscreta ha cortado varios pedazos de los lados del asta.

(1) Historia de los Padres Descalços Franciscos, lib, I, cap. VIII, pág. 48. Arevaci, 1644. (2) Vita di S. Pietro de Alcantara, lib. IV, cap XVI, pág. 361. Tortona, 1669.

(3) Portentum poenitentiae sive vita Sancti Petri de Alcantara, lib. IV, cap. XI, página 198. Romae, 1669.

(4) Vida admirable del phenix seráphico y redivivo Francisco San Pedro de Alcántara, t. IV, lib. VII, cap. XIX. Madrid, 1765.

Lo admirable que se ve en esta santa cruz es que en ella se halla estampada la forma de un cuerpo humano ensangrentado, puesto de cara a la cruz, distinguiéndose perfectamente la señal de los dedos de las manos. Por toda la asta se ven huellas de sangre que ha corrido por ella, terminando en gotas coaguladas de bastante espesor; estas gotas se advierten principalmente en los lugares que corresponden a las manos y pies, y la que es más de extrañar, en el lugar de la llaga del costado. En el documento historial, que luego copiaremos, se dice que «haciendo (el Santo) rigidas disciplinas, que al rigor de ellas, en todo su cuerpo corrian liquidos corales hasta la tierra, y puesta su naturaleza ilagada con tan extraordinaria penitencia en la cruz, como otro dueño suyo, de que fué enigma en esta mortificacion, vañábala con su santa sangre, de lo qual consta verla aora esculpida y grabada en ella».

A pesar de lo que acabamos de copiar de dicha Relación, naturalmente no puede explicarse que quedaran las huellas del cuerpo de San Pedro de Alcántará en esta cruz tal como en ella se observan; pues, por una parte, consta que el santo Penitente era de estatura más alta que baja, pero como las huellas marcadas en la cruz no tienen más que 99 centimetros de altura, corresponden al cuerpo de un enano. Por otra parte, ningún historiador, que sepamos, se ha atrevido a lanzar la idea de que Dios le favorecies ra con el prodigio de las llagas, de las que hay evidentes señales en las manchas de sangre que se ven debajo de los tres agujeros de los clavos y principalmente donde corresponde al costado. Pudo suceder que durante el tiempo en que estuvo extático, despidiendo tan extraordinarios resplandores, tanto el cuerpo del Santo como la cruz, Dios le concediera momentáneamente esa gracia de las llagas, y por irradiación, o de algun modo análogo, aunque milagrosamente, quedara estampado el cuerpo en el madero de menor tamaño que el natural.

De no admitir el milagro en esas huellas que aparecen en la cruz, habria que atribuirlo a la devoción indiscreta de algún religioso, que al ver gotas de sangre del Santo, de la mucha que derramaba cuando se disciplinaba, se entretuviera después en pintar esas huellas y en colocar algunas gotas de sangre en los sitios que dejamos indicado; lo que se nos hace también algo dificil creer.

Relación de la cruz de San Pedro de Alcántara.

Ms. del Archivo de Pastrana, sig. 66-4.-Protocolo del convento de San José de Brihuega. Un volumen de 254 fols., muchos de ellos arrancados; con pastas de pergamino; mide 322 × 210 mm. La Relación de la cruz de San Pedro de Alcántara está en los fols 120v.-122v.

<<Por haverme pedido el Sr. D. Juan de la Zerda, patron de este conven to de San Joseph de la villa de Brihuega (1) y vecino de la (sic) Tendilla, que para los venideros religiossos les conste de su mucha debocion, habiendo alargado con fineza la reliquia de la insigne y mui faborecida cruz

(1) Juan de Molina, vecino de Brihuega, mandó edificar este convento a sus expensas en 1608, haciendo constar en la escritura de obligación que después de su muerte pasara el

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