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La tendencia avasalladora á la unidad y á la centralización-fruto de la política de las nacionalidades-va progresando en todos los países, y más intensamente en España, Francia y otros donde se hah olvidado ya ó borrado las tradiciones locales, alejando á sus habitantes, sin distinción de clases y profesiones, de una política racional y práctica; lo que hace más delicado y difícil el procedimiento para toda mejora. Y como el influjo político es tan avasallador que no deja nada sin moldearlo á su propia imagen; y por otra parte, hay tal profusión de medios de cultura, merced á la invención de la imprenta, cuyo desarrollo ha sido favorecido por el progreso industrial reciente, se advierte que, salvo raras excepciones, la mayor parte de nuestras inteligencias se inutilizan en asimilarse no sólo lo que el movimiento general produce ahora con sobrada abundancia, sino lo mucho que existe acumulado por el pasado; con lo cual se perturba cada vez más nuestra situación política y se deja de trabajar con la originalidad necesaria sobre la base de nuestras tradiciones locales; cimiento insustituíble, como va dicho, y del todo ahora desdeñado. Por esto se advierte en política, como en agricultura, crédito, arquitectura, higiene, etc., que todo lo que se hace responde al patrón general unificador, no á las necesidades que se sienten, y menos á la tradición y á la diversidad de condiciones peculiares de las respectivas comarcas.

Las soluciones de los partidos políticos, merced al influjo de las causas expuestas, son ineficaces á su vez, pues más responden á la elucubración, fruto de la lucha encarnizada y egoísta de los mismos, que al bien público y al remedio de tan graves males. Bien se prueba esto en la desatención absoluta en que todos los partidos tienen la vida local.

>>IV. Tendencia de regresión á. los métodos sencillos de la agricultura antigua, que, con motivo de la crisis que ésta sufre en Inglaterra y Francia (y aun en los Estados Unidos), se notan ya en dichas naciones.—Desde que la agricultura dejó de ser atendida, como lo fué por los pequeños Estados durante la Edad Media, ha quedado postergada, y aun herida, por el impulso que recibió desde entonces de las grandes naciones que

sustituyeron á aquellos Estados. Pasa inadvertido en la vida moderna el enlace íntimo é ineludible que la agricultura tiene con el derecho local, tanto en la constitución de la familia cuanto en la del municipio, así como el que tiene con la tradición en cada comarca y con el conjunto de condiciones especiales que en las mismas existen. Tiene también la agricultura un carácter ineludible de solidaridad entre los individuos de cada comarca y requiere, por lo tanto, homogeneidad en los cultivos y en los procedimientos que deben seguir aquéllos. Á esto hay que añadir que la centralización ocasiona tan funestos males en agricultura como en política, población é industria.

Pues bien, todas estas relaciones que, con otras muchas, traban orgánicamente la agricultura y el Municipio, constituyendo de este modo el elemento más poderoso de la vida política, pasan desatendidas, no sólo en España, donde esto es disculpable, sino en Francia y otros pueblos, sin exceptuar los más adelantados.

Hechas ligeramente estas indicaciones, no se extrañará ya que el movimiento reformista de este siglo, absorbiendo la dirección de las grandes naciones que se han formado, haya herido en España todas estas múltiples y delicadas relaciones que tiene la agricultura y que gozó cuando el alcance de la política era más reducido que ahora. Por esto los reformado. res, en choque con el espíritu práctico de los labradores, se afanan á porfía por introducir del extranjero los adelantos y procedimientos de más brillantez, achacando al apego que aquéllos muestran á las prácticas que ellos llaman rutinarias, añejas y caducas, la triste situación en que se encuentran; sin ver que en esta apreciación tienen más parte que la prudencia y la discreción, la ligereza y la fiebre de dichos reformadores, que no se han parado aún á reflexionar sobre el gravísimo estudio que requiere cualquier reforma que se intente en el orden indicado, por sencilla que parezca.

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Como las soluciones racionales, según el criterio expuesto para la mejora de nuestra agricultura, reclaman ahora comenzar por los cultivos tradicionales, haciéndolos ejecutar con la perfección debida, antes de intentar otro grado superior, de

ahí la importancia de fijarse en la penosa crisis que por causas análogas á las nuestras atraviesan los agricultores ingleses y franceses, quienes la empiezan á resolver, no rectificando su política, cual debieran hacerlo, sino apelando aisladamente á procedimientos sencillos de la agricultura antigua, lo cual les permite convertir las fincas en pastos y reducir notablemente el número de obreros, duplicando así las rentas.

»V. La organización del personal administrativo de los Municipios ha de ser el fundamento de toda reforma comunal y política. La defectuosa organización de la enseñanza académica, fruto sazonado de la desacertada dirección de la política de las nacionalidades, iniciada al acabarse la Edad Media, ha creado por lo general, con los hábitos sedentarios de las aulas y la educación abstracta, funcionarios inhábiles para el trabajo, ligeros é irreflexivos, sin vocación y sin otro espíritu que el del egoísmo personal; porque, del fraccionamiento del magisterio, resulta la falta del elemento educador; y del título profesional, la convicción de una ficticia suficiencia, y el monopolio para no luchar con otros concurrentes de otra manera formados. De esta conclusión nace la conveniencia de conservar en los Municipios-y en las escuelas primarias, de párvulos, etc.-el personal práctico de un origen social modesto, y la de plantear la reforma de mejorarlo progresivamente, estableciendo, á más de periódicos y libros especiales, inspecciones facultativas de carácter magistral por comarcas de unos doce Ayuntamientos, cuyos funcionarios se ocupen en recorrer sucesivamente cada una de las secretarías del grupo asociado; y que á más de dirigir é inspeccionar los servicios y el personal, vayan indefinidamente enseñando y educando á éste sobre la base insustituíble del desempeño práctico del trabajo profesional. Se completa esto con los ejercicios de examen comparativo que el personal de secretarios deberá hacer semestralmente en otras secretarías.

Tan luego como el celo, la moralidad y la inteligencia sustituyan al actual desconcierto administrativo, cabrá establecer vicesecretarías en los Ayuntamientos rurales, reuniendo al efecto, para dotarlas, los múltiples recursos con que ahora se

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atiende á varios servicios que se hallan mal desempeñados.

Organizado de este modo el personal administrativo, el primer objeto de la reforma debe ser el establecimiento de una contabilidad clara, al alcance de la generalidad, debiendo darse las cuentas, con los acuerdos del Ayuntamiento y sus juntas, en extracto, anualmente impresas á cada vecino. Ambos servicios, el del personal y la contabilidad, han de ser el primer elemento educador con que se cuente para que nuestro país vuelva á conocer lo que incumbe á la vida pública, hasta alcanzarlo en la escala que lo requieren los tiempos presentes, como lo conoció hasta que el nuevo régimen redujo á la anarquía y la atonía la vida local.

>>VI. Conclusiones finales.-De lo expuesto resulta:

1° Que desde que acabó la Edad Media y merced á la torpe política de las grandes nacionalidades, el derecho se aparta cada vez más de su fin, por venirse desatendiendo al establecerlo su íntimo enlace, no sólo con la técnica de la agricultura, sino con otras ciencias y artes referentes á servicios cuyas relaciones con la política regula la ciencia jurídica; lo cual es funesto en extremo, puesto que los legistas tienen en todas las naciones el monopolio casi absoluto de la dirección política y administrativa desde aquella época.

2o Que la agricultura, base de la vida económica, se ha divorciado á su vez, inadvertidamente, del derecho; y los legisladores, ingenieros agrónomos y forestales y demás espíritus progresivos, se obstinan desde entonces en introducir reformas brillantes, que rechaza por fortuna el buen sentido de los agricultores prácticos; pues desconocen los técnicos el enlace íntimo que la agricultura tiene, especialmente con el derecho local, como lo tiene con la tradición y con las múltiples condiciones peculiares de cada comarca.

3o Dado el divorcio de la agricultura y el derecho, y el de ambos con la política real, urge trasformar la Enseñanza con el sentido expuesto; detener también la fiebre reformista de nuestros legisladores, y mantener el statu quo de lo existente hasta que, aclarado el concepto racional de la política, se considere al Municipio como su verdadero hogar, y la Asociación

como un círculo nuevo complementario, que permita al país, por medio de libros prácticos, conocer la técnica de la agricultura en cada localidad y la de los servicios municipales (arreglado todo á los principios y procedimiento ya expuestos); á más de enseñar aquélla y éstos objetivamente por medio de estaciones de experiencia y ensayo. Así comenzará el país su educación pública, y se llegará á establecer la armonía, que otro mejor concepto de la política que el dominante demanda ya imperiosamente en un siglo cual el presente, en el que á pesar de haber acumulado el pasado los más valiosos elementos de civilización, va ésta sin embargo torciendo su dirección en sentido inverso á esos progresos, y provocando necesariamente otra nueva reacción: la del socialismo anárquico y disolvente, reacción que se comprende, y cuyo desarrollo se explica, al ver la política meramente formalista, vacía, ciega é irreflexiva que en más ó menos grados en general impera.>>

JOAQUÍN COSTA.

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