Imágenes de páginas
PDF
EPUB

aquella familia feliz se vió arruinada, dispersa y víctima de los mayores sufrimientos.

A pesar de esto, Fernando confesaba y comulgaba á menudo, y no faltaban escritores que humillando su pluma hicieran diarias apoteosis del verdugo de los españoles.

XXI.

La degradacion llegó á tal estremo, que un publicista tuvo valor para probar en estos términos que la prision de Fernando en Valencey habia sido un castigo para España y su restauracion un premio.

<<Incrédulos, filósofos y políticos meramente humanos, decia, los adictos á la secta de los fracmasones y todos sus delirios, decidme: ¿quereis pruebas más irrefragables de que hay un Dios único, Todopoderoso y justiciero, que se dignó enviarnos á Jesucristo su único hijo para rescatarnos de la esclavitud del demonio, instruirnos en la verdadera fé y moral, y fundar su santa Iglesia segun y como lo creemos y confesamos los fieles españoles y todos los demás católicos? ¿Vendreis otra vez con vuestras chufletas é irreligiosos donaires para darnos á entender que no habia otra ley que la de la fuerza y libertinaje, y que teniendo aquella y promoviendo este en tanto grado, los Napoleones serian invencibles seguramente? ¿Tendreis valor para mofaros de hoy más de las Sagradas Escrituras, y tenerlas por parábolas ó patrañas forjadas para alucinar á los crédulos que cierran los ojos para no divisar las luces que despide la nueva filosofía? Dad una ojeada con imparcialidad y reflexion sobre estas mismas Sagradas Escrituras: leed algunos de sus pasajes y profecías:

!

cotejadlos con los sucesos de estos tiempos, y vereis comprobadas en todo y por todo sus divinas máximas y profecías; y que si Dios consiente y ensalza á estos tiranos, no es más que para que le sirvan de ministros para castigar á los pueblos y sus reyes, ó á la ejecucion de sus más altos, y para nosotros imprevistos designios.

<«<Leed, os repito, algunos pasajes de estas Santas Escrituras, y no podris menos de convenceros de su absoluta infalibilidad y certeza. Leed entre otros las profecías y discursos de Daniel, y vereis agriamente reprendidos el despotismo y la tiranía, y amenazando con la ruina y los más terribles castigos á los que gustan de semejante imperio. Alli vereis cómo se da á entender que aunque muchas veces parece que los emperadores y los reyes pueden lo que quieren, no por esto deben querer todo lo que pueden: y que su primera obligacion es gobernar á sus pueblos con la posible moderacion, paz y justicia, ateniéndose á las máximas de la santa religion, y á las leyes y costumbres fundamentales de sus mismas naciones. Leed otros varios pasajes, y en ellos vereis altamente reprobada y abominada así en los pequeños y los grandes, como en los emperadores y los reyes la mala fé, la perfidia, la usurpacion, el dolo y la traicion, y que rara vez quedan estos enormes delitos sin su castigo merecido.»

XXII.

Esto lo decia por Napoleon.

Pasando á hablar de la vuelta de Fernando:

<Traerle á España, exclamaba, fué lo mismo que decirle

como otro Faraon á Moisés.

-»Anda vuélvete en hora buena á tu reino á sacarlo de la esclavitud en que yo pretendi tenerlo; que ya confieso que no hay aquel muro de bronce que yo pregonaba lo impediria.

>Cotejad el suceso del patriarca José: vedle vendido por sus hermanos: vedle luego en la gracia de Faraon: y despues calumniado Ꭹ arrestado por tanto tiempo: y notad sin embargo como nada pudo impedir, que cuando menos lo pensaba saliese de la cárcel á ser, por decirlo así, el dueño de todo el Egipto.

>Comparad este portentoso suceso con el de nuestro don Fernando, y vereis casi un mismo desenlace.

>>Calumniado, arrestado y procesado en el Escorial de un modo que ya parecia no le esperaba más que la muerte. Más Dios le libró tan prodiogiosamente.

>Para probarle más permitió luego que por su inocencia fuese víctima del pérfido Napoleon, y conducido á la otra prision de Valencey, donde segun la prudencia humana parece que no habia medios para sacarlo, ó en caso sino á vuelta de muchos años. Más al fin, cuando menos lo pensaba, llegó el segundo copero ó mayordomo de parte del segundo Faraon á decirle, que podia regresar al mando de su generosa España sin restriccion ni reserva alguna.

»Si despues de unas señales tan visibles de que Dios tiene destinado á este príncipe para que reine en España, todavía insistiéseis en maquinar alguna cosa contra su persona y nacion: si todavía os empeñais en desacreditarlos; tened por cierto que además de acarrearos las maldiciones de los presentes y venideros, nada adelantareis, pues aquel mismo Dios que preservó á un Moisés y á un David de todas las fuerzas y asechanzas de un Faraon y de un Saul, preservará tambien á

este príncipe hasta el momento designado en sus eternos decretos.

»Ahora bien, pueblos y soberanos de España y de toda la Europa, ¿quereis prueba más clara de esta divina Providencia, y de los medios, al parecer tan imprevistos, con que nos ha librado del tirano yugo que nos amenazaba?>

XXIII.

El adulador que esto escribia, hacia al mismo tiempo el proceso de su ídolo.

Su doctrina cogia de medio á medio á Fernando.

Como si la conciencia le remordiese, como si viera á sus piés el abismo, como si temiese la justicia divina, apelaba al terror para defender al monarca, y exclamaba despues de presentarle en el trono rodeado de todas las virtudes:

te

<¿Con nuestras obras y malas costumbres provocaremos otra vez su ira y venganza? ¿Daremos márgen para que nos vuelva á castigar con los terribles azotes del hambre, la pesᎩ la guerra? ¿Podremos ménos de enmendarnos á vista de unos castigos tan ejemplares, y darle las más continuas y cordiales gracias por tamaños beneficios como nos ha dispensado?

>Y vosotros, nobles, generosos y heróicos habitantes de Madrid, ¿olvidareis lo que ha pasado en estos seis años de tan terrible revolucion? ¿No contareis à vuestros hijos y sucesores, para que estos lo hagan á los suyos, las crueles guerras, durísima tiranía, hambre y peste que habeis padecido? ¿No les direis que todo pudo provenir de la disolucion y desarreglo de costumbres en que se hallaban muchos habitan

tes? ¿No les exhortareis á una reforma general de todas ellas, para aplacar enteramente la ira de Dios?

>Yo así lo espero, y que por este medio gocemos bajo los reinados del señor D. Fernando y sus sucesores, los más pacíficos, florecientes y piadosos.

>>De lo contrario ¡temed la ira del Dios vengador! ¡Sí! Madrid en una centuria de años se ha visto dos veces ocupada, y esta segunda asediada y casi saqueada de los ejércitos extranjeros enemigos. Se ha visto sumergida entre los horrores de la guerra, de la hambre y la peste.

>>En esta incursion de los Napoleones, ha visto muchos de sus edificios destruidos, é infinitos de sus moradores muertos ó desterrados despiadadamente. La mitad de su poblacion, y acaso ménos llegó á tener á primeros de Agosto de 1812. Andará el tiempo, y se volverá á poblar; de manera que acaso tendrá que ensanchar sus tapias. ¡Mas temed, repito, la ira del Dios vengador si la irritais como la vez pasada! ¡Porque entonces, á proporcion de vuestra poca enmienda será más riguroso el castigo!

»Curas párrocos y todos los demás sacerdotes seculares, no olvideis el estremo de miseria á que llegaron vuestras iglesias, parroquias y parroquianos; ¡no olvideis lo desiertas que por lo regular se hallaban, y lo desnudas y despojadas que quedaron de sus adornos y alhajas!

>>Respetables religiosos y religiosas, contra quienes los malvados han dirigido con tanto ahinco sus tiros y satíricos discursos, ¡recordad una y muchas veces que vuestras iglesias y cláustros fueron derribadas y convertidas en inmundas cuadras y cuarteles de los impios soldados de Napoleon! ¡No olvideis que muchos de ellos abundaban de víveres y rique

TOMO 11.

55

« AnteriorContinuar »