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zas, ínterin que algunos de vosotros estábais mendigando! ¡Temed una y muchas veces la ira del Dios justiciero y vengador, y juntos con los demás ministros del santuario, no ceseis de ser verdaderos mediadores para aplacarla! ¡Exhortad y predicad con vuestro mismo ejemplo al arreglo y mejoría de costumbres, y á que todos seamos fieles á nuestro Dios, patria y rey! ¡Exhortad á la puntual observancia de las máximas de nuestra santa religion, pues ella, á pesar de lo que digan ciertos políticos y tiranos, es la que condena el fausto, y la ociosidad, y la que recomienda la industria, la agricultura, y todos los demás ramos que verdaderamente pueden hacer virtuoso y floreciente á un Estado! Si los ñoles no la profesamos como debemos, ella de ningun modo tiene la culpa, y siempre serán dignos de alabanza sus santos preceptos.

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>>Artesanos de Madrid, doloroso me es reconveniros de algun modo. Pero no puede menos de hacerlo. Si: yo mismo ví con el mayor dolor perecer de hambre á infinitos compañeros vuestros en el año de 12, y muchos de vosotros ya que no experimentásteis aquella tan terrible plaga, tambien os quejábais como aquellos que no teniais que trabajar. Parecia que á vista de un castigo y escarmiento tan ejemplares y recientes todos debiais tener una enmienda proporcionada.

>El vicio tan inveterado entre muchos de vosotros de holgar los lunes y los martes, y algunas semanas hasta los miércoles: el vicio de entrar y estar tan de contínuo en las tabernas y juegos con notable perjuicio acaso de vuestra misma salud y de vuestras pobres familias, debió desaparecer del todo. Mas no es así. Si viniesen otros años calamitosos, al punto os volvereis á quejar de que no os dan que tra

bajar. Mas tened presente que estos desórdenes suelen traer luego aquellos castigos.

>Yo no digo que al presente las artes, las obras de conventos y de otros muchos cuerpos y particulares estén en el mayor auge. Mas al fin, será raro el que queriendo no halle que trabajar moderadamente en su oficio ú otro equivalente. >Desaparezca de entre vosotros conducta tan criminal; trabajad los dias correspondientes de la semana, y santificando el domingo como se debe: descansad y aun divertiros en él con sencillez y cristiandad, y no deis lugar á que una severa policía tenga por vago á aquel que pudiendo y teniendo que, fuese hallado sin trabajar.

>Y por último, españoles todos: si en esta breve y sencilla historia he referido las divisiones que ha habido entre los que nos preciábamos amantes de nuestra patria y rey, bajo el nombre de liberales y serviles, sabe Dios que no ha sido por procurar venganza; sino para que sirvan de ejemplo y escarmiento. No se mienten más estos nombres: oíganse solo los de español y españoles, fieles á nuestro Dios, á nuestra patria y á nuestro rey: cesen todos los resentimientos y partidos: procuremos todos mejorar nuestras costumbres, promover nuestra agricultura, aumentar nuestros ganados, animar nuestra industria, fomentar nuestro comercio, y á vuelta de pocos años, daremos por bien empleados los trabajos de esta tan penosa y sangrienta revolucion, que con tanta heroicidad hemos sostenido por defender nuestra libertad, nuestra religion y nuestro rey.»

XXIV.

Lector, detente un solo instante impresionado por estas palabras de la adulacion, contempla al rey y á su córte pintado por ellas, profundiza los misterios de aquella corrupcion, y di entonces como yo digo:

-Los pueblos tienen lo que merecen: Fernando no era más que el castigo de la servidumbre y el fanatismo del pueblo, que antes de caer en tanta abyeccion supo vencer al ro más temido del mundo.

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Pero prosigamos la pintura, que aun nos queda bastanteque ver.

CAPITULO VII.

La novela de la tirania.-Cuadro espantoso.-Contrastes.-Un esportillero y un ruso.-Perfidia.-Un decreto sobre agricultura.-Miedo de Fernando.Modificacion del Ministerio.-El Ministerio de policía.-Un reglamento que es más elocuente que todos los comentarios que de él puedan hacerse.-Su modificacion.-La boda del rey y de los infantes y el padre Cirilo.

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¡Qué seis años los que formaron, por decirlo así, las primicias del gobierno absoluto del deseado rey!

No dirá el lector que es monotona la historia que voy narrando.

El novelista más ingenioso no podria desarrollar una accion con mayor número de episodios á la vez cómicos y trágicos.

Liberales encarcelados y perseguidos; la horca funcionando á todas horas; los presidios llenos de gente honrada; los delatores empleados calzándose los mejores puestos y obteniendo muchos de ellos prebendas y mitras; los ministros sin vida propia, esclavos del monarca y de sus histriones Chamorro, Ugarte y el príncipe embajador de Rusia, mezclando la alegría con el dolor; el monarca firmando una sentencia de muerte, y ejecutando en seguida algun ejercicio piadoso, escribiendo cartas confidenciales á los capitanes generales de las provincias para que persiguiesen y mortificasen á los li

berales, y pasando en seguida al refectorio de algun convento, en donde le aguardaba una orgia; asistiendo, por fin, á un solemne Te-Deum, y visitando despues á Pepa la malagueña.

¡Horrible cuadro!

¿Cómo habia de prosperar España?

II.

He hablado antes de Ugarte como uno de los favoritos que dominaban al rey.

Ya conocemos á Chamorro; conozcamos tambien á su compañero.

Antonio Ugarte fué esportillero de Madrid, y despues agente de negocios, en cuyo desempeño desplegó mucha actividad; emplearonle en clase de tal el ministro ruso á su llegada á España, y algunos generales franceses durante su permanencia en la península.

Las funciones que desempeñaba Ugarte eran de órden tan inferior, que Tatistcheff le trató mucho tiempo como uno de sus últimos criados: viéronle más de una vez en el cuarto del portero hablando familiarmente con él, mientras esperaba una audiencia de su amo.

No tardó la política en tomar parte en estas intrigas, que al principio parecian insignificantes, y el ojo diplomático descubrió pronto que un hombre tal como Ugarte, podia serle útil en el gabinete español: finalmente, por los esfuerzos y la influencia de Tatistcheff Ugarte llegó á ser el amigo y consejero íntimo de Eguía. Ejerció su despotismo en el mi

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