Imágenes de páginas
PDF
EPUB

era único redactor, acreditando en todas estas materias, sus profundos conocimientos y su incansable laboriosidad. Sorprendióle en tales trabajos el reconocimiento de la Constitucion por Fernando VII en la noche del 7 de marzo de 1820; y esta noticia, anunciada al punto en su periódico con muy liberales comentarios, dió á la Miscelánea tal nombradía, que muy frecuentemente se despachaban, (cosa hasta entonces sin ejemplo en España) de 8 a 10,000 ejemplares.

Convocadas las Córtes, indicó y sostuvo Burgos la idea de que fuesen constituyentes, deseando que se acomodase el código gaditano al espíritu de la monarquía, y se pusiera mas en consonancia con las costumbres y los hábitos de la nacion. Suscitóle esta idea contradicciones violentas, que se aumentaron en seguida por la constancia con que defendia contra todos las opiniones moderadas; y esto, unido á la ímproba tarea de redactar solo un periódico diario, le ocasionó una gravísima enfermedad, que le obligó á suspender su publicacion. Restablecido á poco, se hizo cargo de la direccion del Imparcial, de quien eran afamados redactores Lista, Miñano, Hermosilla y el marqués de Almenara. A consecuencia de los sucesos del 7 de julio, cesó el Imparcial, y con él los trabajos periodísticos de Burgos.

Ya en 1820, habia publicado, con estraordinario éxito, los dos primeros tomos de su traduccion de Horacio,y en 1822 procedió á la impresion del 3.o y 4.o. A la aparicion de tan inestimable joya literaria, hasta sus mas implacables adversarios políticos dieron treguas á su lucha para entonar cánticos de alabanza al vate que tanto honor y lustre daba á España.

Terminada la impresion de Horacio, empezó á dar á luz una Biografia universal, de que publicó en pocos meses cuatro tomos. La guerra civil entorpeció esta publicacion, que no pudo continuar por los desastrosos acontecimientos sobrevenidos despues.

Alejado Burgos de la política, hallábase tranquilo en su

retiro, entregado á sus estudios, cuando, el 22 de marzo de 1824, se presentó en su casa el director de la caja de Amortizacion, proponiéndole pasar á París á remover los obstáculos que impedian la realizacion del empréstito que, en el mes de setiembre anterior, habia contratado con el banquero Guebhar la regencia presidida por el duque del Infantado, y que mas tarde reconoció y ratificó el rey. Despues de algunas esplicaciones, aceptó Burgos; y recibidos su nombramiento é instrucciones, marchó á París, donde desplegando en su calidad de comisionado régio, un celo sin igual, allanó muchas y hasta entonces insuperables dificultades. El resultado de ello fué que, en el siguiente mes de noviembre, ya habian entrado en las arcas del tesoro español 170 millones, de un empréstito que se suponia irrealizable. Este cuantioso socorro puso en flote el tesoro exhausto, sin que por eso dejase su obtencion de provocar contra el hábil y activo intermediario, las mas terribles é inmerecidas hostilidades de que á su tiempo daremos cuenta.

Evacuada por Burgos breve y satisfactoriamente esta difícil comision, confióle el gobierno sucesivamente otras de no menos trascendencia. En el desempeño de ellas, tropezó el activo comisionado con la multitud de obstáculos que el estado interior de España, en aquella época, no podia menos de oponer á los esfuerzos de sus agentes en los paises estrangeros. Cada vez que se presentaba una de aquellas dificultades, hacia Burgos, sobre el modo de superarla, indicaciones enérgicas que, contrarias á veces á la marcha política adoptada por el gobierno, no siempe permitian á éste tomarlas en consideracion. El perseverante agente insistia, y, en una ocasion, no temió decir que cada dia serian mayores los embarazos que tan frecuentemente se denunciaban s no eran al fin acogidas sus anteriores indicaciones. Con este motivo se le previno de real órden formular esplicitamente aquellas que aludia; y, en contestacion al oficio en que se le trasmitia la espresion de aquella soberana voluntad, dirigió Burgos, desde

á

París, en 24 de enero de 4826, una esposicion á Fernando VII, (1) denunciando los males que aquejaban á España en aquella época, y proponiendo las medidas que, para remediarlos, podia adoptar el gobierno.

Entre ellas, se atrevió el autor á proponer una amnistía tan ilimitada, como no se ha concedido hasta 1847; poner en venta, con arreglo á una autorizacion otorgada antes por el sumo pontifice, trescientos millones de bienes del clero; separar de las atribuciones del consejo de Castilla la administracion superior del Estado, y confiársela á un ministerio especial, denominado de lo Interior. Y esto lo hacia un empleado en enero de 1826, cuando estaba en su apogeo la reaccion mas espantosa que jamás pesára sobre ningun pais; y esto halló en el rey mismo una especie de acogida, que neutralizó el furor que la memoria habia escitado en los reaccionarios. Circulando de ella un prodigioso número de copias manuscritas, un desconocido la imprimió en Cadiz en julio de 1834, poniéndole la siguiente advertencia.

«La memoria que ofrecemos al público, dice el autor gadita>>no, es uno de los documentos mas importantes del periodo de >>>los diez años últimos. Ni de las personas que gozaban la gracia »del gobierno, ni de las que él miraba con desconfianza ó aver>>sion, hubo una que, en todo aquel periodo, y mucho menos en »>enero de 1826, en que la intolerancia estaba en su mayor fuerza »osase llamar la atencion del rey difunto sobre la urgencia de >>hacer reformas capitales en el sistema de la administracion, y »en los principios del gabinete.

«El riesgo que en aquella época se debia correr con tan sor>>prendente manifestacion; la calidad de empleado que tenia suau»tor; la patriótica confianza con que proclamó ideas de justicia y » de órden, que estaban en oposicion directa con las que entonces >>prevalecian; el conocimiento profundo que manifestó tener de >>las necesidades del pais; todo contribuyó á dar á su papel muy (4) Apéndice número 4.

»grande celebridad, y á promover el entusiasmo con que fué pro»curado, buscado, leido y sancionado por el voto unánime de los >amantes de la patria. Sindiligencias, y aun sin noticia, segun se »dijo entonces, del autor, que se hallaba fuera del reino, las copias > circularon dentro de él hasta el número de cinco mil, y muchos pe»riódicos estrangeros insertaron casi entera su traduccion literal. >>

Como quiera que sea, tan notable esposicion está lejos de ser conocida como merece serlo por la elevacion de sus máximas políticas, la exactitud de sus principios administrativos, la patriótica franqueza de su lenguaje, la lógica vigorosa de sus raciocinios, la correccion y la elegancia de su fácil al par que enérgico estilo, por cuantas dotes, en fin, pueden realzar un escrito de su género. Por las materias que abraza; por el órden con que las trata; por la soltura con que las desenvuelve, puede considerarse como un magnífico programa de gobierno que, poco tiempo despues planteó en efecto el autor. El rey mismo lo oyó sin disgusto, y aun con benevolencia, pues dió en seguida al autor la cruz supernumeraria de la órden de Carlos III. La opinion liberal le rindió un culto solemne, multiplicando las copias manuscritas y devorándolas con entusiasmo.

Aceptada en 1827 la dimision que Burgos habia hecho repetidas veces de sus funciones en París, regresó á España donde fué nombrado vocal de las juntas de Fomento y de Aranceles, intendente de primera clase, y en seguida consejero honorario del supremo de Hacienda, y caballero pensionado de Carlos III. A virtud de los esfuerzos hechos en la junta de Fomento, por Burgos y por dos ó tres de sus colegas mas distinguidos, empezó á introducir el gobierno de aquella época importantes mejoras en la administracion.

En el mismo año, la academia española abrió sus puertas á Burgos, que inauguró su entrada en aquel templo de las Musas, con un discurso en que estableció y sostuvo el atrevido teorema filológico de « que apenas hay voz tan baja, frase tan hu

milde que la poesía no pueda ennoblecer; y que el tino para amalgamarlas, que es lo que el poeta de Venuso llamaba callida junctura, es, generalmente hablando, la única condicion que se necesita para ennoblecer locuciones en que no se haya reconocido antes esta cualidad.» Burgos probó de una manera victoriosa la verdad de este aserto, que hasta entonces se habia calificado de paradoja.

Poco despues, hizo representar é imprimir una comedia intitulada Los tres iguales, que habia compuesto muchos años antes, para probar la posibilidad de multiplicar y variar las pe ripecias dramáticas, sin faltar al respeto supersticioso que entonces se tributaba á las famosas unidades del teatro llamado clásico. En la combinacion inventada por el autor, pareció en efecto demostrada la posibilidad que en la lucha literaria que dió márgen á la composicion, se disputaba, pues los cambios de situacion del protagonista eran mas frecuentes y rápidos que los que habia introducido en sus sencillísimas fábulas el clásico Moratin. Pero, por una parte, raya en lo imposible multiplicar y complicar lances en una accion que se supone durar dos horas, y que se circunscribe al estrecho recinto de una sala, y por otra parte Burgos creia, como lo habia creido siempre Moratin, y como lo creian entonces los Gorostizas, los Tapias, los Moras, y cuantos trabajaban para el teatro, que el diálogo cómico debia ser tan fácil, suelto y poco elevado, como el tono de la conversacion familiar. Por efecto sin duda de esta creencia, unánime en el año de 16 ó 17, en que la pieza se compuso, Burgos, á pesar de que ningun trabajo le costaban las mas complicadas combinaciones métricas, no empleó otra que el romance de ocho sílabas; y todavía, como si recelase que pudiese este saltar la valla del lenguaje ordinario, no usó en su obra toda mas que de los asonantes en co y ea, que por su facilidad hubieron de parecerle mas propios para imitar ó remedar la llaneza del estilo comun. A favor de esta precaucion pudo aventurar una escena en décimas, y otra en versos de seis

« AnteriorContinuar »