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literaria, con una letra particular que las distinga, y esto nos permite marcar asimismo las que como aragonesas ó provinciales incluye la Academia y las que se deben esclusivamente á nuestra tal cual diligencia.

Pero no hacemos tanto, antes las excluimos por completo, con muchas de las voces que en sus respectivas obras de historia natural escribieron dos insignes botánicos, Bernardo Cienfuegos en los primeros años del siglo XVII y D. Ignacio de Asso (zaragozano) en los últimos del XVIII. Este, sobre todo, á quien se deben muy curiosos y eruditos tratados sobre las producciones, las ciencias, las leyes, la economia política y aun la literatura de Aragon, tuvo la advertencia de consignar, lo mismo en su Synopsis stirpium indigenarum Aragoniæ (1779), que en su Introductio ad Oryctographiam et zoologiam Aragonia (1784), las voces puramente aragonesas con que se designaban y todavia se designan en el pais (que recorrió herborizando y estudiando su suelo y los animales que le pueblan) los objetos sometidos á su descripcion. En consecuencia de su plan, calificó unas veces con la palabra vernaculé ó provincial de Aragon, otras con la mas espresiva de nostratibus, las palabras que tenia por esclusivamente aragonesas, distinguiéndolas de todas las restantes con la anteposicion de la palabra hispanis; y por si pudiera dudarse de que designaba con aquellos antepuestos los voca-blos aragoneses, él mismo lo declara, ora en el prólogo diciendo Adjunxi etiam vernacula provintiæ nostræ nomina, ora en el Indice que titula Nomina hispánica et vernacula Aragonia.

Y decimos todo esto, porque parece despues muy es

traño que persona tan competente en todo aquello que emprendia, calificára de aragonesas palabras que pasan por castellanas, como asnallo, balsamina, cadillo, camomila, cebadilla, ginesta, margarita, regaliz, sosa, tuca, anadon, andario, becada, calandria, chorlito, dogo, gavilan, lechuza, pajarel, perdiguero, picaraza, polla de agua, pulgon, saboga, tordo, triguero, verderol y otras. Colocónos esto en la dificil alternativa, ó de aceptar por aragonesas bajo la fé de quien, puesto que filólogo, al cabo no se distinguió como etimologista, palabras que no solo la Academia pero aun los hablistas castellanos han considerado de uso general entre los españoles; ó de desairar, sinó, el voto calificado de un literato dedicado con ardor á las ciencias naturales y conocedor por si mismo de los nombres conque la ciencia y el vulgo designan cada cual los objetos de la naturaleza. Pero nuestra imparcial eleccion ha estado en favor del habla comun española, no solo por el mayor crédito que nos merecen las muchas y buenas autoridades que contradicen la absoluta de Asso, sino por otra consideracion que, favorable como lo es á Aragon, no podemos escusarnos de aducirla.

De esas voces, hoy todas castellanas, supuesto el admitirlas como tales la Academia, las hay, como balsamina, cadillo, calandria. cebadilla, chorlito, dogo, gavilan, ginesta, perdiguero, pulgon, regaliz, saboga y sosa, que ya se hallaban incluidas en la edicion principe del Diccionario publicada en 1726 por aquella corporacion literaria, y no se concibe cómo pudo desentenderse de esta autoridad el naturalista de Asso: pero hay otras, y á la fé muy bellas, como andario, asnallo, camomila, margarita, pajel, picaraza, polla de agua,

tordo, tuca y verderol, que no tenian cabida en aquella edicion (58), que en Aragon eran ya muy usuales, y que hoy han pasado al fondo comun de la Academia, sin que de nuestra parte quepa contra esto reclamacion alguna, como quiera que todos los idiomas viven de esos cambios mutuos, principalmente cuando la lengua de una nacion prevalece (como su política) sobre los dialectos de las provincias que vienen á constituirla.

Pero hay que considerar como aragonesas algunas palabras que, si bien incluidas como castellanas en el Diccionario general de la lengua, no puede negarse que son de uso constante, popular, y, por decirlo asi, privilegiado en Aragon, mientras lo tienen muy raro ó ninguno fuera de él, pudiendo asegurarse desde ahora que, pasado algun tiempo, y cuando ya la Academia forme la conviccion en que nosotros nos hallamos, habrá de conservarlas en su Diccionario con el caracter esclusivo de provinciales de Aragon (59). Aqui, en efecto, se dice suplicaciones por barquillos como en el Desden con el desden: no marra por no falla como en las farsas de Lucas Fernandez; aturar, como en Berceo «Abrán con el diablo siempre á aturar,» y como en

(58) Terreros, cuyo diccionario se publicó en 1786, incluyó las palabras andario, cama-mira, margarita, pajarel y tordo: la primera de estas voces fue incluida en varias ediciones de la Academia y en el Diccionario de Valbuena, pero dejó de serlo desde 1832.

(59) En la edicion de 1822 la palabra buro no se halla, abadia está como provincial, cocote como aragonesa, apellido y arguellado como castellanas: en la de 1843 y 1852 buro y apellido están como aragonesas, abadia y cocote como castella nas, alguinio y arguellado de ninguna manera. En la edicion de 1726 bay palabras calificadas como aragonesas, que despues han quedado fuera de las ediciones sucesivas; otras que alli no se hallan, como amanta y amprar y que despues vemos como castellanas; otras, como bécada, que alli se iudican como aragonesas y despues han sido naturalizadas en Castilla. En la edicion ultima (1852) abejera está como castellana: aliron y azarollo no se hallan sino en las últimas ediciones.

Lorenzo de Segura «Anda cuemo ruda que no quiere aturar;» amanta, amprar, arguello, arramblar, caño, malmeter, masar, paridera, punchar, rematado, vencejo, y otras varias (60) que se usan frecuentemente entre nosotros, y de las cuales y otras ya notó Capmany que algunas, como aturar, cal, dita, malmeter, ostal y pudor, eran á un tiempo de Cataluña y de Castilla.

De entre las palabras verdaderamente aragonesas aunque de apariencia castellana, de entre las palabras que, á cambio de otras citadas y consentidas como castellanas, tenemos que revindicar como nuestras y solo nuestras, citaremos mas detenidamente, por ser de las mas vulgares en nuestro pueblo llano y solo en él, la famosa espresion impersonal no me cal (no te cal, no le cal) en significacion de no me importa, no me conviene, no me es menester, no me cumple, no tengo que etc., cuya frase, que no traen ni Covarrubias, ni la Academia en su Diccionario grande, ni el jesuita Terreros, ni Rosal en su Diccionario manuscrito, se halla autorizada en nuestros dias como castellana por la Academia de la lengua, pero usada como aragonesa por solo nuestros labriegos.--En el poema del Cid hablando este de los Infantes sus yernos dice Curiellos quiquier ca dellos росо min' cal, y mas atrás Si el rey me lo quisiere tomar, á mi non minchal: en el l'oema de Alejandro se lee non te cal ca se vencires non te menguarán vasallos, y en otra parte Mas quequier que él diga á mi poco me cala en las

(60) Entre ellas casi todas las que D. Mariano Peralta incluye en su Ensayo de un Diccionario aragonés-castellano, suponiéndolas verdaderamente aragonesas, y que nosotros acogemos en el nuestro señalándolas con una indicacion particular, mas sin habernos atrevido á igual licencia, como quiera que respetamos la autoridad legislativa de la Academia.

poesias atribuidas (61) á D. Alonso el Sabio tambien encontramos

E si vos veis este fuego

non vos otras cosas calen;

en el Laberinto de Juan de Mena

Mas al presente hablar no me cale;
Verdad lo permite, temor lo devieda;

en las poesias de A. Alvarez Villasandino:

Ya non me cal
pensar en al;

en las farsas ó cuasi-comedias de Lucas Fernandez n' os cale desemular; y, lo que es mucho mas notable, en las epístolas del obispo Guevara, predicador de Carlos I, «no le cale vivir en Italia el que no tiene privanza de rey para se defender.>>

Pero aunque las autoridades que llevamos citadas han podido influir en la Academia para la admision de esa voz, que sin embargo no vemos incluida en el gran Diccionario de autoridades de aquella corporacion, ni tampoco en el de Terreros publicado en 1786, debemos advertir que quienes la han conservado sin interrupcion son los aragoneses, desde que (á nuestro parecer) la tomaron de los provenza – les, en cuya poesia se halla usada repetidas veces, asi como la tienen el idioma italiano en calere, el francés anti

(61) Su lenguage no tiene ciertamente todo el aire de antigüedad que corresponde á su época, y de otra parte son muchos los que han puesto en duda la autenticidad de algunas obras del rey sabio, entre los cuales recordamos á Berganza, D. Tomas Antonio Sanchez, y Quintana.

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