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deshora, para aprobar otro igual voto, lo cual es harto significativo en mas de un concepto, y debe hacer á los diputados muy cautos, pues las circunstancias son muy complicadas y la mision representativa muy alta, y muy sublime para humillarlas á determinadas influencias. >>

El general Seoane, que se decia tambien adicto al REGENTE, con la vulgar franqueza, que le distinguia no solo fué de parecer favorable á la marcha del CONDE-DUQUE, sino que llevó su imprudencia hasta el pun-. to de proferir en el Senado mil heregias políticas dañosas á la causa pública, y muy a gusto de los que ansiaban vivamente la desunion. del partido liberal para despues sobre su ruina cimentar su dominacion tiránica.

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No parecia sino que el general Seoane se habia constituido en agente del partido retrógrado segun lastimaba incesantemente el honor y liberalismo de millares de ciudadanos que habian hecho mil sacrificios en defensa de su patria.

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El discurso que pronunció en el Senado, del que trasladeremos algunos fragmentos, fué sobre manera trascendental y calumnioso, un guante en fin de bárbaro desafio à todos los catalanes dignos como los demás españoles, sus hermanos, de consideracion y respeto.

De esta y otras torpes y semejantes imprudencias que cometieron algunos esclusivistas y orgullosos magnates, enemigos disfrazados de ESPAR-' TERO, nació la discordia del numeroso y bizarro partido liberal, y tras la desunion vino su muerte.

Hubo consejos dictados por la sinceridad y el noble deseo de que jamás se rompiesen de un modo violento la estrecha alianza de los vencedores de setiembre, cuyos enemigos estaban de frente acechando la ocasion de realizar sus planes liberticidas.

El mismo Eco del Comercio decia á este propósito, apenas salió EsPARTERO para la capital del Principado «entretanto, no se olvide que la sumision de Barcelona por medios dulces y conciliadores la hará volver á su estado normal, al paso que si es entregada à la venganza y rencor de los hombres que en su mal la dominaban, se herirá el pundonor de todo el Principado y podrán sobrevenir fatales consecuencias, y conflictos imposibles de superar.

«No se pierda de vista los muchos enemigos que cuentan nuestras instituciones у el gefe del Estado; no se lleven las cosas á un estado de desesperacion tal, que produciendo una union, no querida, entre los que se repelen por sus distintas opiniones, dé márgen á que se renueve la sangrienta lucha que arrasó los pueblos, yermó los campos y cubrió la presente generacion de amargo llanto y funerario luto. No se quiera con maquiavélico designio producir efectos, y apellidarlos causas.....

TOMO III.

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El general Seoane desconociendo los mas sanos principios, ultrajando las leyes, insolentándose contra patriotas esclarecidos, bijos del pueblo, independientes y laboriosos infirió grave daño al buen nombre de EsPARTERO, porque al tomarle en sus labios le profanaba.

El general Seoane olvidó que en América fué cabeza de motines mili– tares, revolucionario, trastornador del órden, atentando contra una autoridad legitimamente constituida, y con el bastardo fin de aumentar sus honores y con ellos su fortuna.

Los jornaleros de Barcelona jamás han robado en las revoluciones, ni despues del triunfo pretendido destinos como muchos de los que insultaron siempre al pueblo sobre cuyos hombros consiguieron su grandeza.

En una ciudad populosa es fácil que existan hombres avezados à la holganza y aun al crimen, pero su mayoría, como sucede en Barcelona, se compone siempre de honrados artesanos que ganan el pan á costa de afanes y desvelos.

Consignemos, para en su tiempo sacar las deducciones que creamos 'oportunas, las heregías politicas y rudas palabras del digno caudillo de la jornada de Ardoz."

El Sr. SEOANE: Señores, graves y muy graves son los sucesos de Barcelona; y aunque graves y muy graves no habran sorprendido á la mayoría de los españoles. Previstos deben estar por todo hombre que se haya tomado el trabajo de leer, de examinar, de conservar en su memoria la historia de los acontecimientos que pululan en ella. Yo no acuso á ningun gobierno en este momento. Yo sé que nuestras leyes protectoras deben tener escepciones para casos dados, y para el estado peculiar de ciertas poblaciones. Este principio, esta escepcion que proclamo aqui en alto con toda la fuerza de que soy capaz, parece que ha sido condenado en una ocasion análoga á la presente. He dicho que por este momento no acusaba á los gobiernos que se han sucedido desde la muerte del Sr. D. Fernando VII; porque la mayor parte han tenido las manos ligadas por las leyes que dan toda la fuerza al perturbador, poquísima al gobierno y poquísima proteccion á los intereses y á los hombres honrados; yo estoy cansado de ver que contra la voluntad de mil han prevalecido algunos pocos osados é insolentes tal es la situacion, el estado en que se halla Barcelona desde los primeros disturbios, y al decir esto, los señores senadores, de cualquiera opinion que sean, verán que no hablo como hombre de partido, y lo soy, porque en esa ciudad ha habido un error, y este error ha sido comun á todos los gobiernos, sin que yo les culpe: porque como hé dicho nuestras leyes protectoras, aquellas por que hemos derramado nuestra sangre, deben tener escepciones, y estas escepciones las marca el interés

público, el de la conservacion, y despues, para su aplicacion, el estado especial de la provincia, pueblo y ciudad en que sea necesaria esta aplicacion.

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Llegué à Barcelona en un tiempo en que las pasiones estaban en efervescencia habia dejado su mando el general baron de Meer, sugeto a quien he hecho justicia antes de ahora en otro cuerpo colegislador; pero que en mi concepto se engañó en sus máximas de gobierno. Protegió un partido y abatió otro, y para esto, no por culpa suya sino es de algunos consejeros que abusaron de su confianza, siendo aquel general, con cuya amistad me honro, mas militar que político, ensalzó un partido, sirvió á las venganzas de este mismo partido, sirvió á sus miras é intereses, y no solamente abatió el otro sino que lo persiguió y lo desterró. Una parte de la persecucion fué justa, justísima: yo la aprobé entonces, la he aprobado despues y la apruebo ahora: á la otra parte la faltó el principio que todo hombre que ejerce un cargo público debe seguir, la justicia, la imparcialidad.

A los ocho dias de haber llegado á Barcelona con los datos que me habian suministrado los sucesos comprendo la verdadera posicion de la ciudad, los elementos buenos y malos que existian, y habiéndola hallado hecho un campamento, y viendo que habia cinco batallones, cuando permanecia en la inaccion el ejército de operaciones por falta de tropa, conocí que nada de esto era necesario, y los batallones fueron al ejércitc. Los señores senadores me dispensarán si digo alguna cosa en mi elogio, porque es preciso que lo diga, es preciso que hable la historia. La artillería de la ciudadela, la de Atarazanas, la de la muralla estaba enfilando todas las calles; los retenes eran innumerables, y puedo asegurar que la primera noche que concurri al teatro habia una bayoneta para cada dos filas de lunetas; en fin, Barcelona parecia un pueblo conquistado.

Creia yo, y no me equivoqué, que se podia mandar á esta ciudad sin necesidad de disminuir el ejército de operaciones y de comprometer su existencia, sin necesidad de aquellos cañones y aquel aparato amenazador, y quité los cañones, mandé las tropas al ejército, y me quedé con cuatro reclutas en la ciudadela, otros cuatro en Monjui y las guardias de la pólvora; pero hice conocer á su diputacion provincial, á su ayuntamiento y á cuantos vinieron á verme, que yo era un descendiente de D. Quijote, que yo no entendia de segundas consideraciones, que con la ley en una mano y la espada en la otra arremetia con los ojos cerrados, que el baron de Meer era un niño que tenia que venir á aprender a mi escuela, pues que si él se contentaba con deportar, yo fursilaba y tiraba á metralla, y con la ley en la mano no me paraba en nada. »

Es achaque de muchos militares llevarlo todo como suele decirse á punta de lanza, siendo su único sistema de gobierno el terror, sus elementos la fuerza.

¡Desgraciado el pais en el que no se hace sentir el benéfico influjo de las leyes!

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El general Seoane muy a propósito para reyezuelo de uu estado servil, ignorante y oscuro, deseaba una ley para cada individuo, por ĉetro una maza de hierro, y por medios de persuasion las bayonetas y la metraila.

¡Oh estúpida barbarie indigna de una nacion valerosa, independiente y-culta!

En punto à tolerancia, delicadeza y generosidad era admirable. . Oigamos los últimos párrafos de su estupenda y brusca peroracion; «En este tiempo se solicitó del ayuntamiento constitucional de Barcelona, de cuyos individuos algunos se hallan en Madrid, y ejercen hoy las mismas facultades que yo estoy ejerciendo, el armamento de la Milicia nacional, y yo creí que en efecto era muy conveniente su aumento, bajo el aspecto de economizar tropas que pudieran batir en el campo al enemigo, y porque la Milicia nacional, que entonces existia en corto número, se componia exclusivamente de un partido, y á mí me parecia que todos los españoles tenian derecho a defender las instituciones y libertar á la nacion de la guerra civil. Accedí á estos deseos, y el ayuntamiento fué el encargado de la formacion de las listas. El ayuntamiento de entonces que era progresista, tan rabioso progresista como rabiosa, moderada y retrógada era la diputacion provincial, y yo me hallaba entre estos dos fuegos: elayuntamiento de Barcelona por culpa suya ó de sus comisionados me presenta listas que formaban resmas de papel con 26,000 individuos.

«El ayuntamiento de entonces, y yo seré hoy muy claro como acostumbro serlo, el ayuntamiento de entonces tenia necesariamente la estadística. de Barcelona; pero no habrá ningun hombre racional que crea que en Barcelona pueden entregarse 26,000 fusiles ademas de los milicianos que habia sin que sea saqueada á la media hora, como quizás lo habrá sido en este momento en que estoy aqui hablando. Le dije al ayuntamiento que aquello era burla, que cómo ni por dónde se habia de figurar que yo permitiera una atrocidad semejante.

«Uno quizás, á 300 pasos de aquí, esté acusando á algun sugeto: no me importa, ahi tiene la prensa y ahi tiene los medios de defenderse, y yo no huiré la polémica. Entonces se me presentaron listas de 13,000 individuos, listas de la que estaba escluido todo progresista que se mudaba camisa "dos veces á la semana, y no lo mas abyecto, lo mas abarrajado, lo mas proletario de una capital numerosa y fabril; de modo que la admision

empezó por los pordioseros, empezó por el marinero relajado, empezó por el tuno que no quiere trabajar para completar aquel número, y venir á parar en lo menos malo de esa clase, desechando como he dicho la poblacion progresista.

<«<Pues bien, como decia, Barcelona formó la junta, desconoció la autoridad del gobierno supremo, puso presos á los hombres mas respetables, ó á lo menos á algunos de los mas respetables, y los que temian que las garantias que hemos conquistado los españoles se nos quitaran, se apoderaron de las personas que tenian dinero, las impusieron una contribucion, y como medio de sacarla las llevaron a la ciudadela; y usando de las facultades que da la fuerza, y yo sé lo que vale esa fuerza, destruyeron un baluarte de la independencia española, cual es el que forman los fuertes que hay construidos en los sitios necesarios, que contribuyen al engrandecimiento, á la riqueza y al bienestar de Barcelona, porque es claro que esas murallas dan una garantía para los intereses depositados alli, que no se tiene en una poblacion abierta. Pero ¿qué les importaba á ellos eŝa garantía? ¿Qué les importaba á ellos que no tienen cosà alguna que perder, y que acaso en una invasion de los franceses se unirian á ellos?

<«<Pues, señores, de la impunidad con que quedaron entonces aquellos atentados viene todo el mal que ahora sufrimos. Se desarmaron tres batallones de la Milicia, que organizados de la manera que he dicho, promovieron semejantes desórdenes, y no se castigó severamente á los que fueron los principales instigadores. Siento decir esto, porque es una fuerte acusacion contra los que entonces ocupaban el poder, entre los cuales habia algunos amigos mios; pero no hay remedio, es preciso hablar con claridad; amicus plato, sed magis amica veritas; esta es una ocasion en que es preciso decir la verdad. La inicua junta de Barcelona queda impune, y parte de los individuos que la componian han venido á Madrid á insultar á la nacion con los mismos principios. Esta es la verdad, y la digo con la mayor franqueza, porque es tiempo de decirla: vinieron à insultar à la nacion, y quizás la estan insultando en este momento. La inicua junta de Barcelona quedó impune, repito; una milicia que debió disolverse en el momento y organizarse de nuevo, porque todo lo que se sale de la ley es malo, quedó armada, y la junta de obreros continuó existiendo á pesar de que no era otra cosa que un foco de conspiracion republicana. >>>

Desgraciadamente prevalecieron los disolventes principios y absurdas máximas del general Seoane, y la insurreccion de Barcelona tuvo un término desastroso cuando debió tenerlo pacífico y legal.

La anarquía, la disolucion completa en que las diferentes fracciones

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