Imágenes de páginas
PDF
EPUB

dispuesta para beatas de la Orden Tercera en la calle del Beaterio en 1690;-y la de la Cueva, destinada á ejercicios espirituales nocturnos, trasladada en 1756 á un subterráneo contiguo á la iglesia del Rosario, é instalada después en dos soberbios edificios, uno subterráneo y otro alto, costeados por los marqueses de Valde-Iñigo hacia los años 1783.

Construyéronse por fin-la casa actual de la Aduana, edificio, más que bello, agradable por la regularidad de sus miembros y proporciones, principiado en 1764 bajo la dirección de don José Caballero,-la Fábrica de cigarros, antes Alhóndiga, mole grande y sólida, pero de ningún mérito artístico,—el Teatro Principal, edificado con malas condiciones por varios capitalistas, y por excitación del conde O'Reilly, en 1780,-la casa de recreación llamada de la Camorra, costeada por extranjeros á fines del siglo XVIII y fabricada con gran suntuosidad y elegancia en la calle del Emperador;—y varios otros edificios públicos y particulares, descollando entre aquellos la Casa de Gremios, en que se ven representadas de relieve caprichosas alegorías. Pero, como dijimos al principio, la creciente opulencia de Cádiz no solo fué funesta á la conservación de las escasas bellezas que en ella dejó el Renacimiento, sino que además dió vuelo al arte ya decadente, ya disparatado, ya insustancial, de los últimos siglos.

No habiendo tú y yo venido á Cádiz, lector benigno, ni como los cosmógrafos y poetas de los tiempos antiguos á admirar la maravillosa pulsación del Océano, ni como los heróicos defensores de la independencia española en 1810 á hacer uso de sus fortificaciones y baterías, nos acercaremos solo á los dos arrecifes que al oeste limitan la Caleta, para echar una ojeada á los castillos de San Sebastián y Santa Catalina, y luego, dando la vuelta por los muelles hacia levante, y haciendo un respetuoso saludo á cada uno de los baluartes del Bonete, Candelaria, San Felipe, la Aduana, los Negros, etc., que tántas veces vomitaron la muerte contra las escuadras inglesas y francesas

durante los asedios y bombardeos de 1797 y 1811, dejaremos atrás la sombría Puerta de Mar con las dóricas columnas pareadas que decoran sus dos arcos, y por entre los pabellones de Santa Elena y San Roque atravesaremos la Puerta de Tierra en dirección á las demás poblaciones de la marina.

El castillo de san Sebastián, fabricado según hoy está en el año 1613, siendo gobernador de la plaza don Fernando Quesada Ulloa, asienta en los pedregales del llamado Cabo Crónico, girón de tierra que sale de la isla á la parte occidental y forma uno de los diques naturales de la Caleta. De este castillo arranca en la propia dirección de poniente una espaciosa playa de arena; al extremo de ella se levanta la ermita y torre de San Sebastián, sobre cuyo origen, antigüedad y restauraciones hemos ya discurrido. Junto á esta cuadrada torre, obra fenicia, árabe y veneciana, objeto de sabrosas leyendas que dejamos compendiadas, se eleva á 128 piés de altura, dominando los escollos y la extensa llanura del mar, desde la punta Candón y villa de Rota hasta el Estrecho de Hércules, un torreón cilíndrico que sirve de faro, cuya luz gira en torno con claros y oscuros de un minuto. Íbase antiguamente á la ermita por un arrecife abierto á pico que desde la puerta de la Caleta conducía por terreno enjuto hasta el pié del castillo; pero hoy apenas quedan vestigios de aquel camino: todo está cubierto de pedregales y arena, y solo se va por tierra á la vetusta torre en las mareas bajas, siempre con riesgo de peligrosas caídas.

Ya que no tuvimos la buena ocurrencia de contemplar desde la torre de Tavira el delicioso espectáculo que á vista de pájaro ofrece la moderna Cádiz, con sus cuatro mil casas, blancas como las espumas de las azules ondas que la ciñen, con sus terrados enladrillados y limpios que á la manera fenicia recogen las lluvias y llevan el agua á los algibes; con sus belvederes y esbeltas atalayas lanzadas á los aires como alminares moriscos; con sus diáfanos miradores y las lucientes vidrieras de sus fachadas, sus plazas contornadas de bancos y árboles, su frondosa

Alameda de Apodaca tendida sobre el muelle á semejanza de una inmensa guirnalda desprendida de un gigantesco friso, con las tersas arterias de sus tres calles principales, la Ancha, la de San Rafael y la de San Fernando, hormigueros del vecindario, abiertos en la gran masa del blanco caserío como grietas en un inmenso disco de plata resquebrajado; ya que perdimos tan buena ocasión de estudiar la forma de la más hermosa perla de la Cibeles Atlántica, imitemos al menos á los que tienen el buen gusto (acompañado de buenos pulmones) de trepar á las eminencias para observar la configuración de las comarcas que recorren, y subiendo al faro de San Sebastián espaciemos la vista por el dilatado panorama que desde allí se nos ofrece. Veremos uno de los más bellos y grandiosos espectáculos que pueden disfrutarse en Europa: -al N. O. Rota con su promontorio; al N. E. el puerto de Santa María; al E. Puerto Real; siguiendo el contorno de la bahía, más abajo, el Arsenal de la Carraca, desde cuyos diques, como un alción sin nido, gira taciturno el triste recuerdo del Trocadero y de la famosa Cortadura; más al sur todavía, San Fernando, rodeado de canales y marismas que reverberan al sol poniente como un tapiz de lama de oro y escarlata; de allí á unos quinientos metros, sobre una colina, el célebre Observatorio, por cuyos cálculos astronómicos se rige la náutica española; detrás de San Fernando, Chiclana; luégo, en la costa, Torre Bermeja; más al sur, el castillo de SanctiPetri, y al occidente en todas direcciones la imponente y siempre fascinadora inmensidad del Océano: - todo velado como por una gasa brillante que, sin alterar las formas y los colores, hace rehilar los objetos cual si la naturaleza bajo aquel delicioso clima se apropiase para aumentar sus encantos el espejo mágico del arte.

El castillo de Santa Catalina ocupa el lado opuesto de la Caleta, en una escollera natural que avanza en la mar unas mil varas: se le considera como la ciudadela de Cádiz. El año de su fundación es desconocido; pero en el plano de 1609, que hemos

citado al principio, tiene este fuerte la misma planta que le atribuye el del año 1823, que también tenemos á la vista: de consiguiente su edificación actual es por lo menos anterior al comienzo del siglo XVII. Este castillo no fué construido como el de San Sebastián en la ermita cuyo nombre perpetúa: la ermita de Santa Catalina estaba en el décimosexto siglo en el paraje donde hoy vemos la puerta de la Caleta y el baluarte del Orejón. En su parte principal hay una inscripción latina que parece referir su fundación al reinado de Felipe II. Al frente de su capilla hay otra en que se consigna que este pequeño templo fué mandado hacer en 1693 por el gobernador de Cádiz don Francisco de Velasco y Tovar.

[graphic]
« AnteriorContinuar »