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Trágala, si Vd. hubiera visto el efecto que produjo la cancion con que los liberales quisieron recordar la muerte de Landáburo, si Vd. supiera, por último, cuántos abusos de poder cometió Fernando VII al recordar que le cantaban la cancion que decia:

Ese narizotas,

cara de pastel.

-El Trágala sobre todo.

-Véngase Vd. conmigo á mi laboratorio; alli evocaremos á dos habitantes de Madrid en la época del 22 ó el 23, y les oirá Vd. explicarse sobre el particular.

II.

Seguí en efecto á mi hombre, y me hizo escuchar un diálogo, entre un viajero y un comerciante de Madrid sobre las canciones patrióticas, que voy á reproducir porque es elo

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-El otro dia, dijo el viajero, me dejó Vd. con la curiosidad de saber qué canciones eran aquellas, á las cuales atribuian algunos periodistas los progresos de la opinion en ciertas provincias; y á la verdad que si esto es así como ellos dicen, no solo las considero como muy patrióticas, sino que desearia aprenderlas cuanto antes para cantarlas yo tambien.

-No le será á Vd. difícil aprenderlas, segun se vayan internando en la Península, contestó el comerciante, y aun acaso antes de salir de este pueblo, sin embargo de no ser el

que

más se ha distinguido en este funesto cantar. Pero sí le ruego á Vd. que no cante ni una ni otra, si es que quiere conservar el concepto de hombre honrado y de corazon sensible, porque cualquiera de las dos basta para desacreditar, no digo á un individuo, sino á una corporacion entera.

El Trágala no pudo ménos de ser algun presente hecho por la discordia para que, derramado entre todos los españoles, sirviese de contraseña entre los opresores y oprimidos, entre los hombres de bien y los malvados, entre los amantes del orden y los anarquistas. No han faltado personas que han creido que su propagacion y la grosera celebridad que ha querido dársela, se dirigia, no tanto á los que pudieran creerse desafectos á nuestra Constitucion política, cuanto á los que respetan como deben una de sus más principales ruedas. De cualquier modo, puedo asegurar á Vd. que por estimable que sea una persona, si llega á cantar el Trágala pierde una gran parte de su prestigio.

La otra cancion, llamada el Lairon, es todavía más ominosa, porque es la de los asesinos, y ha de saber Vd. que por medio de ella se logró encender la cólera y el entusiasmo feroz de unos cuantos desalmados, que echaron ellos solos la más fea mancha sobre nuestra revolucion.

El primero que eompuso coplas contra el presunto conspirador que estaba bajo la custodia de la ley, ese fué el que puso el instrumento homicida en las manos de los furiosos que cometieron aquel horrible atentado. Mas lo peor de todo es el irresistible argumento que han dado á los enemigos de nuestra causa para que puedan cubrir con un honroso pretexto sus ocultos deseos de destruir el actual gobierno. -Ya he oido hablar de esa fechuría que se cometió en

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Madrid y he leido dias pasados en un periódico que toda la culpa estuvo de parte de los serviles.

-Y tiene mucha razon ese periódico, porque en efecto la verdadera significacion de la voz servil solo puede recaer en aquellos que sustituyen ó quieren sustituir la satisfaccion de sus pasiones al precepto de la ley. Por esa misma razon los editores de ese periódico son unos verdaderos serviles, y tanto más serviles, cuanto ellos más se pavonean con el título de liberales.

III.

-Mucho me alegraré que me haga Vd. el favor de darme una idea clara del sentido genuino en que se aplica ese dictado que tan frecuentemente oigo repetir, y que cada dia entiendo ménos á quién se dirige verdaderamente, añadió el comerciante.

-Aunque Vd. lo esté oyendo mil años, no llegará á averiguarlo con exactitud, porque cada uno lo entiende á su manera, ó por mejor decir, lo pronuncia sin entenderlo. La palabra servil es una voz técnica del diccionario de todas las revoluciones, por la cual se intenta baldonar á los que piensan de diferente modo en materias políticas.

Entre nosotros se empezó á aplicar este adjetivo contra los que no eran de opinion de que se hiciesen ciertas mudanzas que ha sancionado nuestra Constitucion, suponiéndoles que preferian la servidumbre del gobierno absoluto á las nobles libertades del régimen representativo. Ni entonces ni en tiempo alguno son de mi aprobacion las denominaciones injuriosas en masa, pero confieso, sin embargo, que en aquella

época era acaso la ménos impropia que se podia haber puesto en uso. Mas posteriormente es tanto y tan estúpido el abuso que se ha hecho de semejante voz, que segun el paso que lleva no tardará en convertirse en un título de elogio.

Ya no se llama serviles á los partidarios del gobierno arbitrario, ni á los devotos de la Inquisicion, ni á los protectores de la frailería, porque apenas existen semejantes entes, ó si existen, carecen de todo poder é influjo.

Llámase serviles á todos los que no se explican ó escriben exagerando los principios en cualquiera materia de que traten, y á todos los que aman y predican el órden y la quietud entre los ciudadanos.

Llámase servil á todo ministro que no condesciende con las descabelladas pratensiones de este enjambre de vampiros que quieren invadir todos los puestos.

Igual título adquiere todo magistrado que para administrar justicia no se propone otro norte que la expresion de la ley y desprecia los gritos de los furiosos.

Llámase servil á todo general ó gobernador que durante los últimos seis años cumplió estrictamente con sus deberes, y aun á los que más de una vez se separaron de ellos por aliviar á los que entonces eran oprimidos.

Llámase servil á todo el que no se hace cómplice en los alborotos y asonadas que con cualquiera pretexto suelen armar los enemigos del sosiego público.

Llámase servil á toda autoridad constitucional que forma empeño en que se observe lo que previene la Constitucion y en hacer efectivas sus propias observaciones.

Llámase servil á todo jefe militar que hace guardar la ordenanza y una exacta disciplina.

Llámase servil á la misma Milicia nacional cuando se pone de parte de las autoridades desacatadas por algun peloton de vagamundos.

Y por último, se llama servil al diputado ó diputados á Córtes cuando, conformes con sus compañeros en promover el bien de la nacion, difieren en el modo ó en alguna otra circunstancia del dictámen de los demás.

IV.

-Pues señor, por lo que es cuenta, exclamó el comerciante algo escamado, serán pocos ó ninguno á los que se deba llamar liberales.

-Esa consecuencia seria efectivamente legítima en todo el rigor lógico, si la tal denominacion ó apodo, ó como usted quiera llamarlo, no fuese un verdadero extravío de la razon y un efecto del despecho. y de la rabia de ver obstruido el camino para los criminales proyectos que han formado algunos.

Persuádase Vd. á que en España hay muchos más liberales de lo que vulgarmente se cree; pero no se confunda la idea del liberalismo con la de la exaltacion, porque dista más una de otra que el polo Artico del Antártico.

Por principio general debe Vd. saber que ningun exaltado es ni puede ser liberal, y que cuando él se imagina que está dando una gran prueba de sus deseos liberales, es cuando la da más perentoria de sus disposiciones serviles. ¡Qué poco que oirá Vd. apodo ninguno en boca de un verdadero liberal! Ni verá tampoco dar importancia á ese título, porque sabe

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