Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Abramos otro párrafo para decir que la Academia, aunque no es infalible y aunque algo yerra, nos merece tal respeto y tal aprecio, no sabemos si por nuestro amor al principio de autoridad, ó porque somos en ella miembros correspondientes, que tenemos por ley la que ella consigna en su Diccionario, y que, casi abdicando nuestros fueros críticos, nos conformamos con lo que ella dice ex cathedra, aunque veamos que, de sus individuos numerarios, cada uno escribe libérrimamente á su manera. Omitimos, pues, en nuestro Vocabulario lo que ella define como español en el suyo; y por cierto que hay palabras de tal aire aragonés, que engañan cuando se oyen, y nos hubieran á nosotros sorprendido, como muchas han sorprendido á otros, si no viviéramos en este particular tan sobre aviso. Citaremos algunas.

Regostado, aficionado, engolosinado.

6

Amanar, preparar ó tener á mano.

Pando, flojo, desmayado.

Turar, durar, preservar: el aragonés Urrea dice en su Orlando:

Y porque más ture,

los Evangelios juran.

Perigallo, honda de cuerda.

Puncha, púa, espina.

Tedero, pié para recibir la tea, que en Aragón ila

man algunos teda.

Grano, de uvas.

Seso, apoyo para las vasijas en el hogar.

Amorrarse, encorvarse sobre algo.

Cansado, el que molesta.

Averiguarse con uno, reducirle á la razón.

Morro, boca, hocico, etc.

Riba, arriba.

Amanta, mucho.

Empañar, fajar.

Envion, empujón.

Lagotero, zalamero.

Refirmar, asegurar, afianzar.

Zangarriana, melancolía, accidente de calentura.

Cequia, acequia.

Dia de hacienda, de trabajo.

Pejiguera, cosa dificil y sin provecho.

Cosque, coscorrón.

Rieles, barras metálicas: en Monzón 1547 se prohi

bieron exportar para Francia.

Atosigar, ahogar con prisas.

Ambrolla, embrollo ó embrolla.
Glera, cascajal.

Juntas, empalmes.

Por el consiguiente, lo usa Argensola en su Isabela:

Mira que soy tu siervo, que soy viejo,

y por el consiguiente quien te ama.

Modrego, desmañado.

Alacar, abrochar.

Atacado, irresoluto, embarazado.
Estringue, maroma de esparto.
Pardal, aldeano, bellaco y astuto.
Despueblo, despoblación, despoblado.
Cañamiza, desperdicio del cáñamo.

Moña, muñeca.

Apaño, disposición para alguna cosa.
Tartera, tortera.

Sesmero, encargado de sesmo ó distrito.
Conque, condición,

Barga, lo más pendiente de una subida.
Izaga, lugar de muchos juncos.
Enta, hácia.

Llanas, planas de escrituras, cartapacios.

Bolado, panal ó azucarillo.

Candar, cerrar la puerta.

Cutir, golpear, combatir.

Libretico y librecico, castellanos, aunque no los trac la Academia.

Palmo, que en Madrid se tiene por aragonés, reputando como castellano su equivalente de cuarta.

Pegar, castigar, aunque Pellicer lo nota como aragonesismo de Avellaneda.

Escudilla, vasija para sopa ó cualquier caldo.

Señal, sino que en Aragón es femenino y se dice ni un señal, lo cual notó Pellicer.

Menudo, mondongo.

Ansing, asi.

Toda hora y todo el dia, siempre.

Y si contra nuestro sistema de conceder á Castilla cuanto la Academia le atribuye (sea cual fuere el verdadero origen de las voces) damos cabida á las ciento. ó algunas más académicas que Peralta incluye en su Ensayo de un Diccionario aragonés castellano, es, no tanto por ser ellas de más uso, si ya no de procedencia aragonesa, cuanto por respetar como base de nuestro

Vocabulario, el primer trabajo que se hizo en ese género; mas así y todo las señalamos para descargo de nuestra responsabilidad literaria, con una letra particular que las distinga, y esto nos permite marcar asimismo las que como aragonesas ó provinciales incluye la Academia y las que se deben exclusivamente á nuestra tal cual diligencia.

Pero no hacemos tanto, antes las excluimos por completo, con muchas de las voces que en sus respectivas obras de Historia Natural escribieron dos insignes botánicos, Bernardo Cienfuegos en los primeros años del siglo XVII y D. Ignacio de Asso (zaragozano) en los últimos del xvI. Este, sobre todo, á quien se deben muy curiosos y eruditos tratados sobre las producciones, las ciencias, las leyes, la Economía política y aun la Litera tura de Aragón, tuvo la advertencia de consignar, lomismo en su Sinopsis stirpium indigenarum Aragonie (1779), que en su Introductio ad Oryctographiam et zoologiam Aragoniæ (1784), las voces puramente aragonesas con que se designaban y todavía se designan en el pais que recorrió herborizando y estudiando su suelo y los animales que le pueblan) los objetos sometidos à su descripción. En consecuencia de su plan, calificó unas veces con la palabra vernaculé ó provincial de Aragón, otras con la más expresiva de nostratibus, las palabras que tenía por exclusivamente aragonesas, distinguiéndolas de todas las restantes con la anteposición de la palabra hispanis; y por si pudiera dudarse de que designaba con aquellos antepuestos los vocablos aragoneses, él mismo lo declara, ora en el Prólogo diciendo Adjunxi etiam vernacula provintiæ nostræ no

mina, ora en el Indice que titula Nomina hispanica et vernacula Aragoniæ.

Y decimos todo esto, porque parece después muy extraño que persona tan competente en todo aquello que emprendía, calificara de aragonesas palabras que pasan por castellanas, como asnallo, balsamina, cadillo, camomila, cebadilla, ginesta, margarita, regaliz, sosa, tuca, anadón, andario, becada, calandria, chorlito, dogo, gavilán, lechuza, pajarel, perdiguero, picaraza, polla de agua, pulgón, saboga, tordo, triguero, verderol y otras. Colocónos esto en la dificil alternativa. ó ly de aceptar por aragonesas bajo la fé de quien, puesto que filólogo, al cabo no se distinguió como etimologista, palabras que no sólo la Academia pero áun los hablistas castellanos han considerado de uso generai entre los españoles, ó de desairar, sinó, el voto calificado de un literato dedicado con ardor á las ciencias naturales y conocedor por si mismo de los nombres con que la ciencia y el vulgo designan cada cual los objetos de la naturaleza. Pero nuestra imparcial elección ha estado en favor del habla común española, no sólo por el mayor crédito que nos merecen las muchas y buenas autoridades que contradicen la absoluta de Asso, sino por otra consideración que, favorable como lo es á Aragón, no podemos excusarnos de aducirla.

De esas voces, hoy todas castellanas, supuesto el admitirlas como tales la Academia, las hay, como balsamina, cadillo, calandria, cebadilla, chorlito, dogo, gavilán, ginesta, perdiguero, pulgón, regaliz, saboga y sosɑ, que ya se hallaban incluidas en la edición principe del Diccionario publicada en 1726 por aquella

« AnteriorContinuar »