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APUNTES

PARA

UNA BIBLIOTECA

DE ESCRITORES ESPAÑOLES CONTEMPORÁNEOS

EN PROSA Y VERSO.

GALIANO

(EXMO. SEÑOR DON ANTONIO ALCALÁ).

Nació en Cádiz el 22 de julio de 1789. Fueron sus padres don Dionisio Alcalá Galiano, distinguidísimo oficial de marina, que murió con suma gloria en la batalla de Trafalgar, habiendo los poetas y oradores de aquel tiempo elogiado altamente su persona, y habiendo decretado las Cortes en 1811, que se diese su nombre á un navío que se estaba costruyendo, y doña María de la Consolacion Villavicencio, prima de su marido, señora de gran virtud, carácter firme é instruida, cuyos hermanos tambien se distinguieron en la marina, habiendo uno de ellos (don Juan Maria) llegado á capitan general y director de la real armada, sobre haber sido uno de los regentes del reino en 1812, durante la guerra de la independencia.

A los siete años recibió Galiano la gracia de cadete de reales guardias españoles para poder vestir el uniforme desde luego y contar antigüedad cuando cumpliese doce años. Largos viajes ocuparon por entonces, como ya anteriormente habia sucedido, á su padre, que en ellos adquirió honrosamente un caudal mediano, y aun podria decirse en cierto modo, crecido, pues llegaria á contar dos millones de reales, de que dos hijos, un varon y una hembra, debian ser herederos. Sin embargo el don Antonio siguió sirviendo cuando cumplió la edad.

En 1802 acompañó á su padre á Nápoles y Barcelona, y otra vez á Nápoles cuando se casó el príncipe de Asturias, luego don Fernando VII, con una princesa napolitana. En esta navegacion se

aficionó el jóven locamente á la marina, pero su padre no quiso consentirle que pasase á ella.

Vuelto á España y á Cádiz, don Antonio Alcalá Galiano, con otros mozos de su edad, estableció una academía de bellas letras, como hijuela de la mas afamada y digna que con el título de buenas letras habia en Sevilla, con la cual estuvo en correspondencia. Allí se cultivaba la poesía y humanidades con celo mas que con acierto bajo la proteccion del despues malogrado marques del Socorro, don Francisco Solano.

La batalla de Trafalgar dejó huérfano á Galiano, quien aunque cadete todavía estaba con licencia prolongada al lado de sus padres, y ya pensaba en seguir la carrera diplomática, habiéndole prometido destino en ella el príncipe de la Paz, á la sazon omnipotente.

La heróica muerte del don Dionisio en vez de adelantar la colocacion de su hijo, la atrasó. Don Antonio, trasladado á Madrid, pasó allí dos años, ya sin ser militar ni seguir carrera. Cuando cayó el príncipe de la Paz y subió Fernando al trono, entró en el ministerio don Miguel José de Azanza, muy amigo de los Galianos, y con particularidad del difunto don Dionisio. Al presentársele su hijo, le abrazó con lágrimas prometiéndole favor eficaz. Poco despues ocurrió el viaje del rey á Bayona, su renuncia en favor de los Napoleones y el levantamiento nacional contra la Francia. Galiano, que contaba á la sazon diez y nueve años, se entusiasmó por la causa de la independencia, aunque ya de ideas por estremo contrarias á las que regian la antigua monarquía española. Así fué que vuelto Azanza de Bayona con José Bonaparte, reusó las ventajas que bajo el gobierno del pretendiente estranjero se le presentaban. Escribió ya entonces algun artículo suelto y una oda á las victorias de Baylen, Valencia y Zaragoza.

Pensó un momento volver á la carrera militar, pero le detuvo una pasion que le hizo contraer á los diez y nueve años un matrimonio precipitado, imprudente, y al fin desgraciadísimo.

Cuando entró Napoleon en Madrid se retiró á Cádiz, donde empezó á escribir artículos de periódico sobre asuntos políticos. En febrero de 1812, siendo uno de los regentes su tio materno don Juan Villavicencio y ministro interino de estado don José Pizarro su íntimo amigo, á pesar de la diferencia de edades, logró su deseo de entrar en la carrera diplomática siendo nombrado agregado á la embajada de su magestad en Londres.

Por un disgusto con el conde de Fernan-Nuñez, embajador recien nombrado, y por haber tomado parte en él el embajador ingles en Cádiz, no pudo ir á su destino, y se le agregó en marzo de 1812, á la secretaría de estado, trabajando en ella como si fuese oficial, aunque sin mas carácter que el de agregado á embajada.

Año y medio trabajó allí en cuyo tiempo imprudentemente escribió un violento artículo contra la regencia de que era parte su tio, por su escesiva condescendencia con el gobierno ingles y el duque de Ciudad-Rodrigo, entonces marques de Wellington. Le salvó del

justo enojo de la regencia empeñada en castigarle con pérdida de su empleo, el ministro de estado, que era don Pedro Labrador, el cual le queria mal, pero le estimaba.

En 1813 fué promovido á secretario de legacion en Suecia. Despues de haber pasado una grave enfermedad en Londres, fué á su destino, de donde regresó á España con licencia, aportando á Cádiz, á fines de 1814.

La situacion en que encontró su patria le irritó á punto de resolverse á no servir al despotismo, entonces triunfante y perseguidor, y aun de trabajar en derribarle. Grandes desgracias domésticas le asaltaron. Buscó á ellas distraccion en una vida alegre y licenciosa, dando márgen á justas censuras entonces, y despues á injustísimas calumnias que abultaron los estravios pasados en época en que ya estaban correjidos.

Tomó parte por entonces en varias inútiles tentativas para derribar el gobierno: y ya estaba á punto de embarcarse en Gibraltar para ir á ocupar su destino de secretario de legacion en el Brasil, cuando noticioso de los grandes acontecimientos políticos que se preparaban, se volvió de Gibraltar, llegó oculto á Cádiz, se vió allí encerrado por haberse incomunicado la ciudad, donde hacia estragos la fiebre amarilla, se mantuvo escondido cerca de cuatro meses, de secreto pasó al ejército á verse con sus compañeros de planes, y tras de mucho afan y peligros consiguió contribuir en gran manera al levantamiento del ejército espedicionario que proclamó la constitucion en 1820. Se juntó con dicho ejército en la Isla, escribió proclamas de su general, se encargó con don Evaristo San Miguel de redactar una gaceta que al cabo trabajó Galiano solo, aunque ambos tuvieron el atrevimiento de poner al frente del primer número de aquel periódico que eran responsables de él, responsabilidad que, sitiados como estaban, y solos y constituidos en rebelion, no habria sido menos que la de la vida.

Triunfó la causa constitucional, y Galiano obtuvo un ascenso de escala en su carrera, entrando de último oficial de la secretaría de estado. Habia entonces empezado á hablar en público en la sociedad llamada patriótica de la Isla, y llegado á Madrid habló en la fundada en la Fontana de Oro con el título de Amigos del órden, que si bien establecida en sus principios para los fines que su título declaraba, pronto fué de violenta oposicion al gobierno.

Desavenido el ministerio con el ejército de la Isla y el general Riego, vino este á la corte donde hizo oposicion al ministerio y la sociedad de la Fontana le apoyó con discursos.

Por esto se le mandó á Riego con otros militares salir de Madrid, y á Galiano le intimó el oficial mayor de la secretaría de estado que cesase de ser de la sociedad de la Fontana, de la cual el mismo oficial mayor se retiraba con otros dos de sus colegas que eran socios. Se resistió Galiano; pero declarando que conocia ser incompatible su calidad de socio con la de oficial de secretaría, se mostró

pronto á renunciar su empleo. Le renunció en seguida, y no pretestando enfermedad sino dando por motivo que siendo opuesto á la política del gobierno, no podia servirle ni aun como empleado subalterno. Se quedó pues reducido á mero particular, lo cual se nota porque han supuesto sus enemigos que sacrificó la Fontana á un empleo cuando al revés sacrificó uno de los empleos mas codiciados á la Fontana.

Posteriormente vueltos Riego y los demas á la gracia del gobierno y á destinos análogos á los que habian perdido ó mejores, se ofreció á Galiano por sus servicios así antiguos como hechos á la revolucion, un empleo, considerado salida de oficial de secretaría como era entonces una intendencia. La aceptó por haber cesado ya lo que le movió á renunciar.

Partió á Córdoba y sirvió aquella intendencia desde principios hasta fines de 1821 é interinamente el gobierno político de la misma en dos ocasiones. En una de ellas anuló las elecciones de ayuntamiento hechas en Lucena y en una providencia dada para dictar como habian de hacerse elecciones nuevas, se escedió faltando á la ley. Por eso se le mandó encausar : pero cuando llegó la órden de suspenderle y procesarle acababa de ser elegido diputado á Córtes por Cádiz en la eleccion general hecha en diciembre de 1821 para las Córtes de 1822 y 23.

Fué á Cádiz, que estaba entonces casi en rebelion contra el gobierno, y aunque muy querido del partido llamado exaltado y elegido por él, se opuso á la continuacion del estado de resistencia y aconsejó la sumision que se logró no sin peligro del consejero ni sin que por entonces perdiese el favor de la gente de opiniones estremadas.

En las Córtes se declaró uno de los corifeos de los exaltados cuyo afecto recobró, haciendo oposicion al ministerio de que era cabeza el señor Martinez de la Rosa. Se unió entonces muy estrechamente con Isturiz, su cólega por Cádiz, union que siguió muy estrecha largos años, y tambien con don Angel Saavedra, hoy duque de Rivas, amistad que igualmente subsiste.

Concluida la legislatura ordinaria de 1822 y pasado el suceso del 7 de julio, subió al poder un ministerio exaltado al cual sostuvo Galiano con sus amigos, con empeño sumo. Pero contra este ministerio peleaban no solo los moderados sino la parcialidad llamada comunera, que en exaltacion le escedia. Galiano hubo pues de desamparar las sociedades patrióticas, siendo ya silbado en la conocida con el título de Landaburiana.

En tanto en las Córtes él fué quien propuso el famoso mensaje á S. M., con motivo de las notas de los ministros de las grandes potencias, despues del congreso de Verona, y de la respuesta que dió el ministerio español. Apoyó la proposicion de Galiano, Argüelles, que le abrizó y desde entonces vivió en grande amistad política así como privada con él hasta 1836.

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