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DON FRAY

Juan de Zumarraga

Primer Obispo y Arzobispo de México

ESTUDIO BIOGRÁFICO Y BIBLIOGRÁFICO

POR

Joaquin Garcia Icazbalceta

Secretario de la Academia Mexicana;

Individuo Correspondiente de las Reales Academias Española y de la Historia, de Madrid; Miembro de la American Antiquarian Society» (E. U.);

Honorario de la Academia Colombiana Correspondiente de Bogotá, &c.

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ADVERTENCIA

L presente Estudio no fué en sus principios más que una nota ó ilustracion á la Bibliografia Mexicana del Siglo XVI, que tengo dispuesta para la prensa. Pero insensiblemente

fui alargándole, á medida que la adquisicion de nuevos. documentos aumentaba las noticias; y cuando ví que tenia una extension desproporcionada á su primitivo destino, me resolví á formar con él un libro separado; lo cual me proporcionaba tambien la ventaja de añadir en un Apéndice la mayor parte de los documentos colectados, casi todos inéditos ó raros, que de ninguna manera habrian podido tener cabida en la Bibliografia.

Para dar algun interes al Estudio, y para que el personaje no apareciera del todo aislado, juzgué necesario extenderme un poco en la relacion de varios sucesos de la historia civil y eclesiástica de aquel período: para contentar la curiosidad de los bibliógrafos hube de hacer una descripcion pormenorizada de los libros, hoy rarísimos, publicados por el señor Obispo, añadiendo extractos de los mismos con el fin de dar idea de su contenido, generalmente ignorado; y por tratarse de un punto importante de nuestra historia, muy relacionado con el señor Obispo, destiné el último capítulo del libro á examinar si hay ó no fundamento para atribuirle, como se ha hecho, la parte principal en la destruccion de antigüedades mexicanas, y en especial de pinturas geroglíficas, de que se hace cargo á los primeros misioneros.

En todo he procurado valerme de documentos originales, como cartas, relaciones, pareceres, actas, cédulas, &c., y solo á falta de ellos he ocurrido á los historiadores de nota. Esto me ha confirmado en la opinion de ser muy necesario rehacer toda nuestra historia, acudiendo á las fuentes primitivas, que no faltan y cada dia se aumentan, gracias al hallazgo y publicacion de muchos documentos inéditos.

Mi objeto no ha sido otro que presentar tal como fué al venerable primer prelado de la Iglesia Mexicana, hasta ahora tan mal juzgado por propios y extraños: en ello se interesaban la verdad, la religion y la patria. En cuanto ha sido en mí, he procurado escribir con imparcialidad; pero bien sé que esto es más fácil de pensar que de hacer. Si tal no ha sido el desempeño, acéptese á lo ménos el buen deseo. He citado hasta con prolijidad mis autoridades, y muchas pongo en el Apéndice al alcance del lector: cualquiera puede calificar si he hecho ó no buen uso de ellas.

Conozco cuál es la suerte reservada á estos libros. Merced á los nuevos documentos que se descubren, caen pronto en el olvido libro y autor. Acepto de buena voluntad ese triste destino, si he logrado destruir algun error, y llamar la atencion hácia esta clase de estudios. A lo menos el Apéndice será siempre útil, y él alargará la vida del presente volúmen.

No debo concluir sin manifestar mi agradecimiento á mi amigo el Sr. D. José M. de Ágreda, que me ha ayudado poderosamente con su continua comunicacion de documentos y noticias, así como con la revision general de mi trabajo. De persona tan versada en nuestra historia es de creerse que no habrá dejado pasar error de conside

racion.

México, 17 de Julio de 1881.

DON FRAY JUAN DE ZUMARRAGA

PRIMER OBISPO Y ARZOBISPO DE MÉXICO.

I

ADIE duda que el trascurso del tiempo. y la falta ó pérdida de documentos son graves obstáculos para el esclarecimiento de la verdad histórica; pero acaso el mayor de todos es la consistencia que llegan á adquirir ciertos errores, nacidos de la ligereza ó mala fe de algun escritor, y adoptados sin exámen por los que vinieron despues. No pocas veces acontece tambien, que hechos ciertos en sí mismos son torcidamente interpretados por los que sin atender á las causas que los produjeron ni al espíritu de la época, se arrojan á calificarlos de la manera que más cuadra á su propósito y á las ideas que tratan de propagar. Así es como muchos personajes históricos se nos presentan muy diversos de lo que en realidad fueron; y mientras unos aparecen rodeados de aureola inmerecida, otros gimen agobiados bajo el peso de injustísimo anatema. Disipar tales errores, y colocar á cada hombre en el lugar que le corresponde, no es solamente un acto meritorio de justicia distributiva, sino una satisfaccion debida á la verdad ultrajada.

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