Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Aquella decepcion hirió profundamente el espíritu público. Muchos de los que sostuvieron en aciagos dias la bandera del partido progresista, al mirar el horizonte sombrío, vacilaron, y en vez de volver á sus antiguas tiendas, en vez de abrazarse á la rota pero gloriosa enseña, avanzaron hácia el enemigo y depusieron ante él sus

armas.

Estas deserciones repetidas y continuas engendraron el descreimiento. El ejemplo se hizo contagioso: hombres de reputacion venerable se pasaron descaradamente al enemigo, disparando dardos contra los soldados fieles á su bandera. A poco la política se convirtió en un gran bazar: se compraba la abjuracion, y la severidad y la consecuencia en las doctrinas, pasaron entonces por el peligroso crisol de las posiciones y de los grandes destinos.

La prueba era demasiado superior para que saliesen triunfantes de ella los que habian respirado ya la atmósfera envenenada. Hasta los que habian encanecido, fieles siempre à las ideas de progreso, pagaron un triste tributo al becerro de oro, y á trueque de no afrontar un nuevo porvenir de lucha, no vacilaron en renegar de un pasado que era su gloria, por un presente que era al mismo tiempo su bumillacion y su deshonra.

Lo que un tiempo habia sido patrimonio de todas las almas, pasó á ser entonces el raro privilegio de pocos, de muy pocos. La antigua plana mayor del partido progresista corrió casi en montón á engrosar las filas del que habia desarbolado la bandera liberal á metrallazos. Aquel partido que no habia visto nunca menguadas sus filas mas que por el hierro de sus enemigos, se llenó de vergüenza al ver que el soborno se los arrebataba á centenares.

A la verdad el espectáculo era humillante é inaudito en el seno de ese gran partido. Caia al suelo una de sus mas grandes y gloriosas tradiciones: la pureza, la incorruptibilidad. Las venerandas cenizas de los Argüelles, de los Calatrava, de los Mendizabal, 'de los Muñoz Torrero, debieron enrojecerse é incandescer la lápida de sus tumbas.

Las apostasías, siempre indignas, lo eran mas en los momentos en

que se cometian: al dia siguiente de la derrota, del vencimiento material: porque las ideas que se ajustan á los principios de progreso y de libertad, jamás pueden ser vencidas.

Por fortuna las masas habian alcanzado la ilustracion conveniente para saber que los hombres por mas respetables que sean, abdican su significacion y su importancia al abdicar sus ideas: que la personalidad humana es transitoria; que todo está afecto en ella á los principios que encarna, al simbolo que representa.

El pueblo habia salido de esa infancia en que vé solamente al hombre que ha despertado sus simpatias, y á quien sigue despues por las mas opuestas sendas, sin criterio y sin reflexion.

Actualmente las masas prestan sus simpatías y su amor á los hombres que caminan por el recto sendero; pero ; ay! de los que se separen de él atribuyendo la popularidad que disfrutan, no á los principios sino á su persona. Una pronta y dolorosa esperiencia vendrá á sacarlos de tan peligroso error.

La corrupcion llegó, sin embargo, al fondo del partido progresista: recorrió sus ramas sin penetrar en el tronco. El tronco estaba sano, y de él podian brotar ramas nuevas y vigorosas.

Combatidas al nacer y al desarrollarse por tan diversos elementos, sin perder nada de su lozanía, prestaron desde luego confianza á las almas tímidas y á los que no querian ver defraudadas de nuevo sus ilusiones. El roble secular que algunos creyeron ó esperaron ver, ya que no despedazado por el rayo de la tormenta, corroido al menos por los deletéreos elementos que arrojaban sobre sus raíces, se robusteció mas y mas, en tanto que las ramas de él desprendidas marchaban impelidas por el viento, recorriendo todos los senos de la reaccion..

Esta poderosa robustez adquirida en tiempos tan precarios, no se ha conseguido ¿quién lo duda? sino por medio de nobles y grandes sacrificios. Enfrente de un espectáculo que nada tenia de edificante, apareció otro consolador. No parecia sino que aquel era como el gran fondo del cuadro, como un gran golpe de sombra que servia para que este se destacase. El aislamiento redobló el valor de las conse

cuentes, y en vez de dejarse contaminar por la corrupcion, el mismo horror que les inspiraba la apostasía dió mas calor a la llama de sus creencias. Así entre los primitivos cristianos el que renegaba de la fé, templaba el corazon de los mas timidos y daba mas seguridad á sus pasos para penetrar en el círco. Esos dias de prueba han sido provechosos para el partido progresista, acaso providenciales. Hoy no lleva ya en su seno los elementos que le debilitaban impidiendo su marcha cuando queria, en virtud de su propia esencia, recorrer la senda progresiva á que es llamado por las circunstancias inherentes á su naturaleza.

Los que le aconsejaban llamándose, sus Nestores la calma y el reposo, que eran para él la inercia y la muerte, se han desenmascarado: el partido progresista de hoy sabe quiénes tienen derecho a aconsejarle, quiénes son los verdaderos y los falsos apóstoles.

La muerte acaba de arrebatar al que en medio de la atmósfera de escepticismo y descreimiento sostuvo con robusto brazo, sin flaquear un instante, la bandera del partido progresista. En el momento en que los caractéres mas acerados se rompian y en que las historias mas diáfanas se enturbiaban, aparecia un carácter de hierro y una conciencia honrada, y se levantaba una frente jóven que acariciaba con una firme resolucion, lo que á la sazon estaba en moda vender o vilipendiar.

¡Calvo Asensio! Ese nombre es hoy para la España un nombre sagrado que pertenece a la galería de sus mas ilustres hijos.

No pretendemos hacer una biografía de su vida. Reseñaremos sus luchas y sus glorias. En una gran parte de la escabrosa senda que ha recorrido alentando la fé y haciendo la mas elocuente de las predicaciones-la predicacion práctica,-le hemos seguido como el discipulo al Maestro, y si él ha orado en el huerto de las Olivas, los que conocen nuestra insignificante vida, saben que ne nos hemos dormido como Pedro y que hemos solicitado una gota del amargo cáliz que él ha apurado.

De su gloria nada nos toca ni cabe sin embargo: él ha muerto des

pues de haber pasado por pruebas muy difíciles y tentadoras, mientras que nosotros, humildes soldados del progreso, no podemos ser objeto de soborno para nadie por nuestra propia insignificancia.

El habia conquistado los preciados lauros que solo se alcanzan despues de grandes batallas políticas; los de la popularidad: nosotros apenas hemos recibido nuestro bautismo de fuego en esta batalla de las ideas del progreso contra la reaccion. Somos soldados nuevos por los servicios, antiguos por la decision y el entusiasmo.

No se estrañe que mezclemos aquí nuestros nombres insignificantes, con el suyo que ha reci bido las apoteosis del pueblo, con el suyo, símbolo al lado de los mas ilustres, de la nobleza de la Iglesia progresista.

Si se creyese que nos conduce á ello la vanidad, responderemos con franqueza que sí: tenemos orgullo de haber militado al lado de tan bravo campeon de la libertad ¿por qué negarlo? tenemos orgullo en habernos cobijado á la sombra de la bandera que él tremolaba con aquella decision y aquella energía que constituyeron los rasgos salientes de su fisonomía política. Nuestros compañeros, los que con nosotros han compartido esta gloria, conocen toda la fuerza de este sentimiento. Todos ellos recuerdan con orgullo los dias de mas peligro, y conservan indelebles en la memoria los menores incidentes de esa larga campaña política, en que jamás desmayó el entusiasmo, en que todos nos disputábamos la honra de servir á nuestras doctrinas, creyendo mas recompensado al que mas ponia por ellas.

¡Dichosos dias, dias que recordaremos eternamente. porque van asociados à su nombre, á esfuerzos comunes, á idénticas esperanzas y aspiraciones! Hoy nos quedan solamente de ellos afectuosas y tiernas memorias, memorias á la par dulces y amargas, mezcla de afectos, que es inseparable en el corazon humano, porque en el vaso de la fe licidad de la tierra jamás falta la gota de hiel.

La gota de hiel derramada en nuestros gratos recuerdos, es la idea de la pérdida de Calvo Asensio, de ese Maestro que nos ha enseñado á amar y venerar la libertad y á pelear por ella.

III.

No vamos a hacer una biografia de Calvo Asensio, á seguirle paso á paso desde que penetró en las aulas hasta que salió de ellas adornado con las insignias de doctor, ni tampoco á examinarlo bajo las diversas fases de su vida científica y literaria, que como es sabido constituyeron los primeros años de su juventud. Es un boceto político el que intentamos bosquejar, es una síntesis de su vida lo que vamos á hacer. Prescindimos aquí del estudiante de ciencias naturales y del escritor científico para fijaruos en el publicista atrevido, cuyos primeros pasos se ven ya marcados con una gran fuerza de carácter y de resolucion. Cierto es que existe una grau conexion entre estas diversas fases de su vida, que están enlazadas, entre sí como los eslabones de una cadena: y que la fisonomía del hombre político se dibuja desde sus primeros albores, desde sus primeros escritos.

Calvo Asensio era muy joven todavía, tan jóven que apenas habia salido de la adolescencia cuando orrojó su primera mirada sobre el estadio político. ¡Qué era, qué apetecia para su país, cuál fué el primer desideratum, el primer Eldorado que acarició en su mente para su pátria?

El de la libertad, aspiracion de toda alma generosa. Y la libertad cuando Calvo Asensio podia comprenderla con todo el calor de los veinte años, la libertad era ya un sueño creado al rumor de los combates de la guerra civil, un sueño hermoso que habia acariciado la juventud de aquellos dias y que se disipaba entre sangre.

Calvo Asensio formó su criterio en un dia, en el dia en que vió erigida la arbitrariedad en sistema, el dia que vió asesinados y perseguidos á los soldados mas fogosos de la reina constitucional, el dia en

« AnteriorContinuar »