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cruel crueldad por los demonios era impelido y forzado; y esto no solamente se hacia entre los bárbaros, pero tambien los griegos (como las historias están llenas dello) lo ejercitaban; porque los de la isla de Rodas, á Saturno hombres sacrificaban, los cuales, queriendo algo templar el sacrificio, el tiempo andando, establecieron que no otros se sacrificasen, sino los que por juicio á muerte se condenaban, los guardasen hasta el dia de la fiesta de Saturno, en el cual, dándole muncho vino á beber, y así embriago, lo mactaban. En la isla Salamina, que está en el Egeo, frontero de Atenas hombres ofrecian á Agravale, hija de Cecropis, primer rey de los atenienses y que edificó á Atenas. Despues, en el templo de Palas 6 Minerva, y Agravale y Diomedes, que fué templo de todos tres, á Diomedes hombres se ofrecian. Estos, primero eran traidos por ciertos mancebos en rededor del altar tres veces; despues, el sacerdote lo atravesaba con una lanza, y al fin lo echaban en un gran huego y allí lo quemaban. Despues, en tiempo del rey de Chiple llamado Difilo, abominando aquel sacrificio ', estableció que en lugar de hombres se ofreciesen bueyes á Diomedes. Manetus, histórico y sacerdote de Egipto 2, en los libros de piedad, testifica que en la ciudad de Heliopoli se ofrecian hombres: á Juno se sacrificaban tres cada dia, los cuales se inquirian que fuese mundos y limpios, como despues se hacia de los becerros. El tiempo andando, Amosis (que debia ser rey de Egipto) mandó que por los tres hombres se ofreciesen tres cirios. En la isla de Chios, que está cerca de la ribera de Jonia, region de Asia la Menor, donde está la ciudad de Efeso, sacrificábanse hombres haciéndolos cruelmente pedazos. Los lacedemonios, segun escribe Apolodoro, uno de seis que hobo poetas, acostumbraban ofrecer hombres al dios Martes. Los fenices, comarcanos de la tierra de Promision, en tiempo de guerras 6 pestilencias 6 otros infortunios, solian los muy amigos suyos á Saturno sacrificar, y esto testifican todos los que su historia escribieron. Histeus, que coligió la historia de los cretenses ó de la isla de Candia, dice los Curetas, pueblos de Dalmacia, en los tiempos antiguos á Saturno haber los niños sacrificado. Palas, que escribió los sacrificios á la larga del Sol, que llaman los persas Mithra 6 Mitra, dice desta manera las immolaciones ó sacrificios de hombres cuasi en todas partes en tiempo del emperador Adriano cesaron;

3

mandó.- escribe.- escribió.

pero antes, en la ciudad de Laodicea, qu'es en Siria, cerca de Antioquia, ó era la misma, ofreciase á Pallade, que era Minerva, una doncella vírgen; pero despues, por ella se mataba una cierva. Los árabes, moradores de Arabia, region de Asia entre Judea y Egipto, cada un año un muchacho sacrificaban, enterrándolo debajo del altar vivo. Todos los griegos, comunmente, antes que á la guerra saliesen, segun Philarcho, historiador, hombres sacrificaban. Los traces y los scitas, lo mismo. ¿Quién ignora en la gran ciudad, creo que quiso decir Eusebio la ciudad de Roma, los latinos, en las solenidades de Júpiter, sacrificar hombres, y aun hasta este dia (dice Eusebio, convieue á saber, hasta su tiempo) no sólo en Arcadia al dios Pan, dios de los pastores, y en Cartago al dios Martes, pero comunmente todos los hombres, cuando el dia de la fiesta venia en que se habian de sacrificar hombres, el altar rociaban y desparcian con sangre humana. Filon, tambien, que escribió la historia de los fenices, destas palabras usa en su primer libro (conviene á saber): costumbre fué antigua que, en las grandes calamidades y peligros, el príncipe de la ciudad ó de la gente, ofrecer al muy más querido y amado de sus hijos en sacrificio al dios que creian enviar aquel castigo, cuasi en premio de su redempcion, y así acaeció que Saturno, rey de cierta region, al cual los fenices llamaron Israel, no teniendo más que un único y amado hijo, porque vido estar la ciudad en grandísimo peligro de ser tomada por guerra, hízolo vestir de vestiduras reales y sobre un altar para ello aparejado lo sacrificó. Y por esto, no sin razon, Clemente Alejandrino, en el libro Contra gentiles, dice así: Crueles y más que crueles, hostes y enemigos de los hombres son vuestros dioses, que no sólo se gozan de vuestra locura y amencia, pero nunca cesan de vejaros, ó con temores de guerras, ó con cudicia de alcanzar victorias; os piden sacrificios de hombres, y hasta que los aplaqueis con derramar sangre humana no quieren contentarse. Aristomenes Messenius, trecientos juntos sacrificó á Júpiter, entre los cuales sacrificó tambien á Teopompo, rey de los lacedemonios, noble y real sacrificio. Los Tauroscyte (que son pueblos de Europa septentrionales) cuantos extranjeros pueden haber, y son munchos los que por la braveza de la mar padecen naufragio, matan en sacrificio á Diana. Desto hace mencion Pomponio Mela, libro 2.o, capítulo 7.o, y Herodoto, libro 4.°

1 Corinto ó quizá.- ofrecen.

En Pella, ciudad Tesálica, tenian de costumbre sacrificar cada un año un hombre ó hombres que fuesen naturales de Acaya, que llamaban aquivos, á Chiron centauro y á Peleo. Los cretenses, hombres sacrificaban á Júpiter, segun escribió Anticlides. Los lesbos, insulanos de la isla Lesbos, en el mar Egeo, á Baco, y los phocenses, que son de la region Phocis, en Grecia, entre Beocia y Etolia, donde era la ciudad de Delpho y tenia el oráculo Apolo tan nombrado, á Diana sacrificaban hombres, segun Doscida y Philóculos, historiadores, escribieron. Hereteus Atticus, y Macharius, romano, sus proprias hijas, el uno á Proserpina, el otro al demonio su defensor, ofrecieron. Tráese destos humanos sacrificios, ó por mejor decir inhumanos y crueles inmolaciones de sangre humana, por testigo á Dionisio Halicarnaseo, peritísimo varon de las antigüedades italianas, el cual, en su primer libro dice que, porque á Júpiter y á Apolo la décima de los hombres que le solian ofrecer no les sacrificaban, sucedió que ningun fructo en los árboles sucedia maduro, sino que antes que á maduros llegasen se caian; las espigas de los panes no se henchian de grano; quiere decir, que no granaban; la yerba para el pasto de los ganados, no crescia y se secaba; de las fuentes, algunas en el verano no manaban; de otras no se podia beber, ó por amargor ó por otra causa; las mujeres pregñadas, 6 movian, 6 si parian, las criaturas salian mancas ó se sacaban hechas pedazos; los hombres y mujeres y toda la otra multitud, cada dia enfermaba, y munchos dellos. morian más que de antes, de lo cual eran muy vejados; preguntando á los oráculos, viéndose en tanta aflicion, qué pecados habian cometido por que padeciesen tanta calamidad, y qué podrian hacer para que cesasey fuesen dellas librados, fuéles respondido que porque no habian complido lo que prometieron por su voto, habiendo rescebido lo que pidieran, y que de mayores cosas eran deudores, las cuales si pagasen, cesa. rian los males; esto se respondia porque los Pelasgios, pueblos de Tesalia ó de Asia, y los aborigines, que eran los primeros pobladores de Italia, de quien no se sabia de dónde hobieseu allí venido, no dando de sí fructo la tierra, hicieron voto á Júpiter y á Apolo que si la tierra diese fructo, les ofrecerian en sacrificio de todas las que nasciesen la décima parte. Cesó luego aquella calamidad, y sucediendo grande fertilidad y abundancia, ellos de los fructos de la tierra complian su

1 fuéles respondido.

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voto, la décima parte sacrificándoles. Con esta respuesta quedaron todos en gran confusion y perplejidad, pero cierto hombre viejo y experimentado dijo que de todas las otras cosas bien se habia complido con el voto la décima ó primicias sacrificando, pero que de los hombres, que era el sacrificio que los dioses más deseaban y amaban, no se les habia sacrificado alguna parte; y por tanto, sed ciertos que siempre padeceremos estas calamidades, si tambien como de todas las otras cosas las primicias de los hombres no sacrificáremos. Esta oracion del viejo algunos la loaron y aprobaron; otros dijeron que era inícua y llena de crueldad; finalmente, vinieron en acuerdo que se tornasen á interrogar los oráculos si placia á los dioses que las 2 décimas de los hombres sacrificasen. Ordenándolo así los dioses, hobo entre los principales de las ciudades y toda la multitud gran sedicion, turbacion y alboroto, sospechando la gente comun no urdiesen los principales alguna maldad y engaño contra el bien de los pueblos, y así estaban divididos y confusos todos, y lo que más es, que cuasi como locos furiosos unos á otros se forzaban á dejar las ciudades é ir huyendo dellas, lo cual fué causa que munchas ciudades cuasi se despoblasen; seguian los padres á los hijos que huian; los hermanos, á los hermanos; los deudos, á sus parientes, y los propincos, á sus en sangre ó afinidad cercanos, y esto fué en tanto grado, que de las gentes que de Italia huyeron, la Grecia y la tierra de Barbaria, que era cierta provincia cercana de Grecia, fueron llenas de aquellos pobladores. De todo esto no pocos años fué vejada Italia. Temiendo, pues, los que gobernaban los pueblos y ciudades los escándalos y sediciones de la gente, y queriendo tambien satisfacer á la religion de los dioses, á quien todo estimaban que de derecho se les debia, ordenaron que de los mancebos que llegaban ya en la edad de la adolescencia, se escogesen y sacrificasen las primicias, y dice más abajo Dionisio: Afirman los que dello tenian noticia y experiencia en los tiempos antiguos, haberse á Saturno en Italia ofrecido aqueste sacrificio, de la misma manera que los cartaginenses ofrecerlo solian antes que su ciudad se destruyese. Los celtas, que son los franceses comarcanos de España y las gentes más occidentales, cuasi todos, hasta estos tiempos, de matar hombres hacian sus sacrificios. Dícese que Hércules fué el primero que ofreció á Satur

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no sacrificios sin sangre, y hizo ley por la cual revocó la costumbre que habia de ofrecer hombres, y porque no pareciese que los ritos acostumbrados por los antiguos, con nueva y vana supersticion los pueblos no se turbasen, ordenó que por los hombres vivos', estátuas ó figuras de personas 2 bien adornadas en el rio Tiber se derrocasen. Todo esto dice Dionisio y refiérelo Eusebio donde arriba fué alegado.

CAPÍTULO CLXII

En el cual se prosigue la relacion de Eusebio, que prueba haber sido el sacrificio de sangre humana antiguo y universal en cuasi todas las naciones del mundo, con otros autores y ejemplos que se añiden, y entre ellos los de España.

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Resta lo que adelante cuenta más Eusebio en aquel capítulo 7.° y en otros siguientes, de la universalidad que hobo por el mundo deste sacrificio de ofrecer á los ídolos hombres, con otros ejemplos más que no dijo Eusebio, colegidos de otros antiguos scriptores. Diodoro (dice Eusebio), en el vigésimo volumen de su Historia, cosas conformes de las dichas escribió á los cartaginenses y á Agatocle, tirano de Sicilia, despues de la muerte de Alejandro magno en tiempo del primer Ptolomeo, por estas palabras: que decian haberse Saturno airado contra ellos, porque como de antes le soliesen sacrificar los hijos de los más excelentes y más nobles caballeros, despues guardaron sus hijos y compraban secretamente niños ajenos, los cuales criaban y sacrificaban en lugar de sus proprios hijos, y hecha diligente inquisicion y puesto que hallasen munchos sacrificados de aquellos, pero fácilmente cayeron que venir sus hostes y enemigos á cercar su ciudad fué ordenado 6 divinalmente, por castigo de no haber guardado los honores antiguos de los dioses, dejando el susodicho sacrificio; y para enmienda y satisfacion de la 7 fraude pasada, queriendo. aplacar los dioses, sacrificaron mactando docientos mancebos hijos de los más nobles y caballeros de todos ellos, y porque parecia á los mancebos demás 9, que quedaban sospechosos de no ser devotos á la religion, trecientos, de su propria voluntad, á que los

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sacrificasen se ofrecieron. Tenian una estátua de Saturno de metal, maravillosa en grandeza, las manos de la cual extendidas por la tierra tanto alcanzaban en circuito que á los mancebos que allí por fuerza eran traídos daba con ellos en una gran cueva 6 hoya llena de huego 2. A Mavorti, que era el dios Martes, hombres le ofrecian en todas partes; y concluyendo Eusebio en el siguiente 8. capítulo de aquel libro 4.", cuenta las provincias, epilogándolas, donde por todo el orbe que al menos entonces se sabia, copiosísimamente aquel sacrificio de matar hombres muy usadamente se hacia: Græciam, Africam, Thraciam, Scythiam; la prudentísima gente de Atenas y la gran ciudad de Roma; Rodas, Salamina, todas las islas Chio, Tenedo; Arcadia, Lacedemonia, Egipto, Fenicia, Libia, Siria, Arabia y en todas partes, hasta los tiempos de Nuestro Salvador, con muerte de animales y de hombres, y con turpísimas otras sucidades se solian aplacar los demonios y ofrecerles sacrificios, y en ninguna parte aquellas abominaciones cesaron antes que 3 alumbrase el mundo la doctrina de Jesucristo, Ubique usque ad ipsa Salvatoris nostri tam animalium quam hominum cæde, et turpissimis pollutionibus perniciosissimos dæmones placabant; neque prius vitam hominum hæc mala reliquerunt quam Salvatoris nostri doctrine fulgor orbem illustraverit. Todo esto es de Eusebio, donde parece que la medicina verdadera para sanar tan grande pestilencia no fué otra por todo el mundo sino la predicacion evangélica. Demás de lo que ha dicho y epilogado Eusebio, traigamos en medio lo que deste sacrificio algunos auctores dicen. Diodoro, libro 6.", capítulo 9.", de los gálatas refiere que á todos los malhechores guardaban cinco años, y puestos en palos, 6 empalándolos, á los dioses los ofrecian. Otros, por primicias echában los sobre grandes hogueras y allí los quemaban vivos todos los captivos. Tambien á sus dioses ofrecian algunos los animales que tomaban de sus enemigos, juntamente, 6 los mataban 6 los quemaban en sacrificio. Lactancio muncho agravia los sacrificios de los innocentes niños, la edad de los cuales suele ser á los padres dulcísima, que no bastase la misma naturaleza y el amor natural á impedir que sin respecto de la piedad que se debe á la misma y propria sangre, no matasen los padres á los hijos por amor y reverencia de los ídolos; llama el tal sacrificio hazaña execrable al

en circuito.- á Juno cada dia se ofrecian tres hombres en sacrificio.-3 viniese Jesucristo.

linaje humano, ó plaga del linaje humano; pero pudieran responder aquéllos á Lactancio, que mayor es la piedad que se debe á Dios que á la propria sangre, porque como los que aquel sacrificio de sus hijos ofrecian, puesto que errando, creian, empero, que lo ofrecian á Dios verdadero, á quien aquello y más se le debe de los hombres, como se probó en el capítulo... y por ley alguna positiva no se les prohibia sino por maravilla y en algunos lugares y muy raros, como de todo lo dicho parece, luego podian responder á Lactancio no haber perjudicado en ofrecer sus hijos á Dios ó á los dioses, á la piedad de la sangre, como todo se deba postponer y arresgar por la honra y cultu y servicio de Dios. Esto tambien se declara por lo que trae Plutarco en sus Problemas, en la plana 465 de la chequita marca, donde cuenta que como los romanos entendiesen que ciertas gentes bárbaras que habian á su imperio subjectado, sacrificaban hombres á los dioses inmortales, segun su ceguedad, y mandasen llamar los gobernadores y señores dellas para por aquello castigarlos; pero entendido que si aquel sacrificio hacian era por ley y por costumbre antigua que entre ellos habia, acordaron no ser bien castigallos; mandáronles, empero, que dende adelante de tal sacrificio no usasen, como quiera que los mismos romanos pocos dias antes habian sacrificado dos hombres y dos mujeres franceses y griegos, enterrándolos vivos en el foro Boario, los cuales no debieran cometir lo que en las otras naciones reprehendian teniéndolo por malo. Asi lo dice Plutarco: Quid est quod quum Romani barbaros quosdam diis immortalibus homines immolasse accepissent, magistratus eorum acersendos ac puniendos putaverunt quos postea cum id consuetudine quadam ac lege fecisse accepissent, eos dimiserunt, alias id facere prohibuerunt: cum ipsi non multis annis ante, duos viros et duas mulieres in foro Boario vivos obruerunt. Non enim videtur convenire ipsos hæc facere, et barbaros qui talia commisisent reprehendere. An diis immortalibus homines immolare impium ducebatur, dæmonibus autem necessarium? An qui more et lege id agerent peccare arbitrabantur, se vero libris Sybillinis jussos codem teneri scelere non putabant?, etc. Hoc Plutarchus. Donde parece conceder que á Dios aquel sacrificio y otro mayor se le debe, y tambien que, pues por ley y costumbre lo hacian, eran excusados. De ha

1 en algunos tiempos.- en ello á la pie.- sojuzgado.- habia.

ber sacrificado los romanos un francés y una francesa y un griego y una griega en el foro Boario, tráctalo Tito Livio en el libro 2.° de la 1. década. Tambien refiere que un cónsul, por hacer fiesta á una mala mujer que consiguo traia en Plasencia, ciudad de Italia, segun Plinio, libro 3., capítulo 15, estando comiendo en un banquete y fiesta hizo sacrificar cierta persona. Esto cuenta, libro 9.o de la 4." década. De Juliano apóstata, pésimo idólatra, que siempre acudia y se aconsejaba en sus dudas con los demonios y magos y ariolos, se cuenta que los sacrificios principales que de secreto á los ídolos ofrecia era mactando hombres. El cual, segun refiere Sócrates, libro 6.", capítulo último de la Historia tripartita, cuando quiso ir á la guerra contra los persas, donde mala muerte murió, en la ciudad de Carram, en un templo en que sacrificó secretamente, se halló una mujer colgada de los cabellos, los brazos extendidos y el vientre abierto, y en el hígado vido señales que habia de alcanzar victoria; pero burlóle su maldad y el demonio á quien se consultaba. Despues de la muerte del cual se hallaron en su palacio imperial de la ciudad de Antioquia munchas cestas llenas de cabezas de hombres los pozos cuerpos muertos inumerables que habia el infelice, habiendo sido cristiano, sacrificado. Tulio, en el libro segundo de las Tosculanas cuestiones, cuenta que los spartos, vecinos de la ciudad Sparta, en Laconia, metropolim en Peloponeso, acostumbraban en tanto grado azotar sus hijos ante los altares de los ídolos, que les salian tanta sangre de los cuerpos, que algunas veces morian dello, y esto hacian por género de sacrificio. Los ingleses tambien se halla que ofrecieron en sacrificio hombres. Así lo dice Alexandre al fin del libro 6.o, que los captivos sacrificaban. La gente de España, ya se dijo en el capítulo... que, segun Strabon en el libro 3.", los vecinos del rio Duero 2 sacrificaban de ciento en ciento los hombres, que era sacrificio que llamaban hecatombas, y por cosa preciosa ofrecian las manos derechas de los captivos al dios Martes, y los moradores de las sierras y montañas ofrecian los captivos y los caballos al dios Martes, los cuales tambien usaban ofrecer de todo género de cosas á centanales, segun la costumbre grecánica. Dice más Strabon, ser proprio de los españoles ofrecerse por sus amigos en sacrificio y hacer voto de morir por ellos; los andaluces,

y en

muertos que habia sacrificado - sacrificaban los captivos; manos derechas de los captivos, y los moradores de las.

gente más simple y pacífica, en aquellos tiempos, que otra, venidos á ella los fenices y de Cartago, al olor de la grande abundancia de plata que en ella y por ella habia, conversando muncho con los cartaginenses y africanos, pegóseles como sarna ó lepra la religion y usus ó ritos de sacrificar que aquéllos tenian, como otras munchas costumbres de más viveza é industria y aun malicia que ellos con su simplicidad aun no cognoscian. Entre otras, como á las cosas de religion naturalmente sean los hombres inclinados, segun que arriba se ha visto, y los de Cartago trujesen consigo sus sacerdotes para conservacion y ampliacion de su religion, lo cual tambien parece ser natural, enseñaron á los andaluces á adorar sus ídolos, dándoles ciertas figuras ó imágines nuevas, y nombres que ellos nunca hobieran imaginado; ritos y cerimonias con que á los dioses venerasen. El principal de los sacrificios que les enseñaron fué aquel tan universal de sacrificar hombres y aplacar los dioses con sangre humana, y deste no libraban sus mismos hijos niños, y para más lo perficionar, sus primogénitos y los más hermosos sacrificaban, y porque los demonios querian entablar y arraigar el sacrificio de matar hombres en España, permitiéndolo Dios, acaeció venir por la tierra pestilencia y otras enfermedades é infortunios grandes, por las cuales morian munchas gentes, y todas las que quedaban, temerosas y asombradas. Acudian los sacerdotes de Cartago con su doctrina informándolos y afirmando que no habia otro mejor remedio para redemirlos de aquellos males sino con muerte de hombres, sacrificándolos. En otras adversidades no tan graves predicaban bastar sin muerte, solamente sacar y derramar, sajándose los hombros y brazos y de otras partes de sus cuerpos, sangre humana; para otros peligros livianos y donde no muncho á perder se aventuraba, enseñaban 5 no ser necesario más de ofrecer sangre de becerros, toros, cabrones y otros animales que matasen. De todo esto, ningun auctor antiguo yo he hallado que así expresamente lo diga; solamente hallé que lo dice el historiador ó copilador nuevo de nuestros tiempos, de las cosas de España, en el capítulo postrero del segundo libro de la primera parte 7, maestro Florian de Campo, el cual añide que con esta vida y con estas costumbres y obras semejantes se pasaron en aquella provincia. algunos años. De creer es, pues él lo dice,

3

1 cognoscieran sacrificaban.-3 con.- grandes. - bastar.- en el.- Florian.- dice.

que halló historias antiguas de donde sacallo, que yo no he hallado. El Rey Don Alonso el Sabio, ó quien él mandó que compusiese la Historia de España, en la parte primera, capítulo 14, cuenta que después de la muerte de Pirros, rey de España, señoreando los griegos á España, vinieron ciertas gentes á ella, llamadas Almunites, que adoraban el huego por Dios. Estas, por ciertas maneras de sacrificio, nasciendo las criaturas sus hijos, hacian huego de leña muy seca, por manera que la llama fuese clara, sin humo alguno, y pasaban el niño desnudo en cueros por ella, por cuatro partes en manera de cruz, de Oriente á Occidente, y de Septentrion á Mediodia, lo cual juzgaban ser como si dijésemos baptismo. Hacian más, que cuando los hombres eran viejos, que estaban hartos de vivir, ó no querian vivir y querian ir á descansar al otro mundo, quemábanlos dentro de aquel huego, y así creian que iba á ver y holgarse con Dios. Esta secta primeramente fué usada en Caldea, etc. Esto dice aquella Historia de España, de donde parece ser cosa probable á la gente española que por aquellos tiempos aun moraba, pegársele de aquellos sacrificios y ritos de aquellos almunites que, segun alli tambien se dice, señorearon á los españoles cuarenta años.

CAPÍTULO CLXIII

De la grande inclinacion que tuvieron los judíos á la idolatria y de sus causas.

Por algunas razones arriba traidas, ninguno de los que hoy, por la benigna misericordia de Dios, gozamos de su divina lumbre, fe, gracia y caridad, debemos maravillarnos que las gentes de aquellos siglos antiguos, sin lumbre de fe viviendo, y dejadas en tan gruesas tinieblas y escuridad, tuviese tantos errores y modos diversos, mayormente crueles, derramando sangre humana, de sacrificar; mas lo que nos debe poner admiracion juntamente y gran temor de los inscrutables juicios de Dios, es cómo suele, no sólo á personas particulares, pero á todas enteras unas naciones desmamparar, aun aquéllas que antes parecia haber regalado y ensoalzado, y escoger á otras que estaban, segun la estima de los hombres, olvidadas y desechadas. Ejemplo tenemos en el pueblo de Israel 6 de los judios, que con tantos regalos y favores de ley y manda

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