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»¿Podiais, si hubieseis querido, aprovecharos de nues. tro ejemplo, y al recobrar vuestra libertad, darle un caracter digno de ella. Vuestros privilegios, aunque interrumpidos, no estaban borrados de la memoria. Es cierto que vuestra constitucion habia padecido algun menoscabo durante el tiempo que habiais cesado de gozar de ella; pero os quedaban todavía algunos restos de sus arruinadas paredes, y poseiais por entero los cimientos de aquel antiguo y venerable edificio. Hubierais podido reparar aquellas paredes y continuar la obra sobre los cimientos primitivos. Vuestra constitucion fue interrumpida antes de ser acabada, pero teniais los elementos de una constitucion tan buena como podiais desearla. Poseiais en vuestros antiguos estados aquella variedad de partes correspondientes á las distintas clases que formaban el bello complexo de vuestro cuerpo político. Teniais aquella combinacion y oposicion de intereses, aquella accion y reaccion que en el mundo político como en el natural hace resultar la armonía del contraste de las fuerzas opuestas. Aquellos conflictos de intereses que miraban como un inconveniente tan grande en vuestra constitucion y en la nuestra, oponen una barrera utilísima á todas las resoluciones precipitadas. Hacen que las deliberaciones no sean una cosa de pura eleccion , pero de rigurosa necesidad; de ello resulta que las innovaciones se consideren de igual naturaleza que los compromisos que requieren moderacion, producen temperamentos, é impiden aquellos dolores agudos que ocasionan las reformas no preparadas, atropelladas, sin modificacion, y que hacen para siempre inpracticables las empresas inconsideradas de un poder arbitrario en cualquier clase de gobierno, sea en el de uno solo, ó en el de muchos. En medio de esta variedad de intereses y de

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miembros, la libertad general tenia otros tantos puntos de seguridad, cuantas eran las miras separadas de los distintos órdenes..... Todas estas ventajas las teniais en vuestros antiguos estados generales.

» Si la última generacion de vuestro pais os parecia poco ilustre, podiais elevaros á otra generacion mas remota. Con esta piadosa predileccion hácia vuestros mayores, vuestras imaginaciones hubieran personificado en ellos unos ejemplos de virtud y de sabiduría muy superiores á los que se ven en el dia , y al empezar vuestra carrera hubierais presentado en vosotros mismos los dechados que que. riais imitar. Respetando vuestros ascendientes hubierais aprendido á respetaros. Y no hubierais preferido mirar al pueblo frances como un pueblo nacido ayer ó como una nacion de miserables que hasta el año primero de la libertad, 1789, hubiesen estado sumergidos en la mas infame esclavitud.

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» ¿No hubiera sido mas cuerdo, mi apreciable amigo, el pensar, lo que en mi particular he pensado siempre que erais una nacion generosa y amable, desviada hace mucho tiempo en perjuicio vuestro por los sentimientos de vuestra noble fidelidad, del honor y de la lealtad? Que las ocurrencias os habian sido poco favorables, pero que nunca habiais sido esclavos ni de corazon ni de alma; que en vuestro ciego rendimiento os habia dirigido un principio de espíritu público, y que adorabais á vuestra patria en la persona de vuestro rey? Si hubieseis dado á entender que en la ceguera de este dulce error os habiais dejado llevar mas lejos que vuestros padres y que queriais entrar de nuevo en posesion de vuestros antiguos privilegios, interin manteniais el espíritu de vuestra pasada y actual lealtad, y el de vuestro honor; ó si, des

confiando de vosotros mismos, ó no conociendo ya bastante la constitucion casi aniquilada de vuestros mayores hubieseis vuelto los ojos hácia vuestros vecinos que han conservado existentes todas las antiguas formas y principios del derecho comun de Europa, mejorando su uso por el gobierno que han adoptado; imitando ejemplos sabios hubierais dado al mundo entero nuevas lecciones de sabiduría. Hubierais hecho la causa de la libertad respetable á los ojos de aquellos que eran dignos de ella, en todas las naciones. Hubierais probado que la libertad bien dirigida no solo se acomoda con la ley sí que le da aun mayor fuerza y vigor.

» Deslumbrada por unas luces engañosas, la Francia ha pagado mas caras unas calamidades evidentes, que cualquiera otra nacion las ventajas mas seguras. La Francia ha comprado la pobreza con el crímen. La Francia no ha sacrificado sus intereses á la virtud, mas los ha abandonado para prostituirla. Todas las demas naciones han empezado el establecimiento de un nuevo gobierno ó la reforma del antiguo, con dar nuevas fuerzas á la religion. Todos los demas pueblos han establecido los cimientos de la libertad civil en la austeridad de las costumbres

y en un sistema de moral mas enérgico y mas severo; pero la Francia, al paso que aflojaba las riendas de la autoridad real, ha aumentado la licencia de una ferocisima disolucion de costumbres, y, de una irreligion tan insolente en la práctica como en los principios; ha propagado en todos los órdenes de la sociedad, todos los vi cios detestables que solo aquejaban algunas clases de ella, como si llamara á todos los hombres al goce de unos bienes secuestrados desde muchos años, ó si pusiera en circulacion unos tesoros enterrados hasta entonces «

Nadie dirá que sea demasiadamente larga esta citacion del escritor político mas célebre de estos últimos tiempos, de este filósofo profundo que escribió con anticipacion todo cuanto, de la revolucion francesa (junto con la conspiracion de los cien dias dias) debia resultar en el espacio de treinta años. M. Burke negó en nombre del pueblo inglés esta máxima, que el pueblo tenia derecho para darse una nueva constitucion, y nadie se atrevió á contradecirle. Lord Stanhope y todos los personages notables, borraron sus nombres de los registros del club de la revolucion. Un año mas tarde (á 6 de mayo de 1791) habiendo publicado M. Fox, en uno de sus discursos al parlamento, su adhesion á la revolucion francesa, contestóle M. Burke y concluyó declarando que rompia para siempre su antigua amistad con aquel orador. El gobierno ingles adoptó los principios de M. Burke, como se ve en la famosa declaracion de Withe-Hall del mes de noviembre de 1793, citada por su excelencia el ministro de relaciones esteriores (M. de Chateaubriand), en su discurso á la cámara de diputados, del que solo referiremos algunas espresiones: «Las cosas no pueden durar en este es>>tado en Francia sin comprometer en un peligro comun » á todas las potencias cercanas, sin darles el derecho, » sin imponerles la obligacion de atajar los progresos de un mal que solo existe por la violacion sucesiva de todas » las leyes y de todas las propiedades, y por el trastorno de los principios fundamentales que unen á los hombres con los vínculos de la vida social ».

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Con que son tales los progresos que por una causa que ahora no trato de indagar) han hecho en Inglaterra ļas máximas modernas, que los sucesores de M. Burke y de M. Pitt han abandonado enteramente sus principios.

No podria ya M. Burke decirnos hoy lo que dijo treinta años atrás, cuando Luis XVI renovó nuestros estados generales « Si desconfiais de vosotros mismos, (26) ó no conodo ya bastante la constitucion cuasi aniquilada de vuestros mayores, podeis volver los ojos hácia vuestros vecinos que han conservado existentes todas las antiguas formas y principios del derecho comun de Europa. (27)

No, ya no habrá pueblo alguno que vaya á buscar las antiguas tradiciones de Europa en aquella isla famosa donde habian podido conservarse. Y ¡que nacion quisiera tomar las leyes políticas de un pueblo que ha declarado que no las tiene, pues que siendo estas perpetuas é inviolables por su naturaleza, adopta el principio de que pueda variarlas cada dia, y variarlas sin el consentimiento del rey, como lo han hecho las cortes cuya conducta ha sido aprobada por el gobierno Ingles! El continente Europeo reconoce en Jorge IV el sucesor de Jaime I, de Henrique VII, de Eduardo III, y de Guillermo el conquistador sus ascendientes; y segun los principios ingleses modernos, no es mas que un rey elegido en virtud de la soberanía del pueblo, y sabemos hasta donde se estiende esta soberanía.

De este modo se habria acabado aquella fraternidad de principios entre la Europa monárquica y la Inglaterra con algunos grandes estadistas que ya no existen, Pero la España podrá utilizarse de los consejos que M. Burke daba á la Francia treinta años atrás haciéndole memoria de sus estados generales. Estos mismos consejos son los que le ha dado M. de Chateaubriand. « Bastantes son las libertades garantidas en las leyes de las antiguas cortes de Aragon y de Castilla, para que los españoles hallen á un tiempo en ellas un remedio contra la anarquía y contra el despotismo. »

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