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Don Antonio escluido y apartado
Por ley humana y por razon divina,
Y el derecho igualmente examinado
De don Felipe y doña Catalina,
Descendientes del tronco en igual grado,
El sobrino de Enrique, ella sobrina,
El varon, ella hembra, él rey temido,
Mayor de edad y de mayor nacido;

Atento al fuero, á la costumbre, al hecho,
Y otras muchas razones que juntaron,
Con recto, justo, igual y sano pecho,
Sin discrepar, conformes declararon
Ser don Felipe succesor derecho,
Y el reino por la ley le adjudicaron,
Con tierras, mares, títulos y estados
Bajo de la corona conquistados.
Vista, pues, don Felipe su justicia
Por tan bastantes hombres declarada,
Sospechoso del odio y la malicia
De la plebeya gente libertada;
Y la intrínseca y vieja inimicicia
En los pechos de muchos arraigada,
Quiso tentar en estas novedades
El ánimo del pueblo y voluntades;

Y con piadoso celo, deseando
El bien del reino y público sosiego,
En la mente perpleja iba trazando
Cómo echar agua al encendido fuego,
Por todos los caminos procurando
Aquietar el comun desasosiego,
Que ya con libertad, sin corregirse,
Comenzaba en el pueblo á descubrirse.

Para lo cual fué dél luego elegido
Don Cristobal de Moura, en quien habia
Tantas y tales partes conocido
Cuales el gran negocio requeria :
De ilustre sangre en Portugal nacido,
De quien como vasallo el rey podria
Con ánimo seguro y esperanza
Hacer tambien la misma confianza,

Y enterarse del celo y sano intento,
Tantas veces por él representado,
Entendiendo la fuerza y fundamento
De su causa y derecho declarado;
No traido por término violento
Ni deseo de reinar desordenado;
Mas por rigor de la justicia pura,
Por ley, razon, por fuero y por natura.

Así que, esto por él reconocido,
Como de rey tan justo se esperaba,
Mirase el gran peligro en que metido
El patrio reino y cristiandad estaba :

Y tuviese por bien fuese servido
De sosegar la alteracion que andaba,
Declarándole en forma conveniente
Por succesor derecha y justamente :

Con que en el suelto pueblo cesaria
El tumulto y escándalos estraños,
Y su declaracion atajaria
Grandes insultos y esperados daños;
Haciendo que en la forma que solia,
Para despues de sus felices años,
F' reino le jurase segun fuero
Por legítimo principe heredero.

Hecha por don Cristobal la embajada,
Y de Felipe la intencion propuesta,
Tibiamente de Enrique fué escuchada,
Dando una ambigua y frívola respuesta,
Que, por mas que le fué representada
La justicia del rey tan manifiesta,
Procuraba con causas escusarse,
Sin quererla aclarar ni declararse.

Visto, pues, dilatar el cumplimiento
De negocio tan arduo é importante,
Por donde el popular atrevimiento
Iba cobrando fuerzas adelante,
Don Felipe envió con nuevo asiento
Largo poder y comision bastante
Para sacar resolucion alguna
A don Pedro Giron, duque de Osuna,
Y al docto Guardiola juntamente,
Porque con mas instancia y diligencia,
Vista de la tardanza el daño urgente,
Contra la paz comun y convenencia
Diesen claro á entender cual conveniente
Era en tan gran discordia y diferencia
Que el rey se declarase por decreto
Cortando á mil designios el sujeto.

Y porque cosa alguna no quedase
Por hacer, y tentar todos los vados,
Y la ciega pasion no perturbase
El sosiego y quietud de los estados,
Antes que el odio oculto reventase,
Dos eminentes hombres señalados
De los que en su real consejo habia
Ultimamente á don Enrique envia,

Uno Rodrigo Vazquez, que en prudencia,
En rectitud, estudio y diciplina,
Era de grande prueba y esperiencia,
De claro juicio y singular dotrina :
El otro de no menos suficiencia,
Famoso en letras, el doctor Molina,
Ambos varones raros, escogidos,
En gran figura y opinion tenidos.

Para que Enrique, dellos informado,
Y de todas las dudas satisfecho,

A las córtes que ya se habian juntado
Informase tambien de su derecho;
Y al pueblo contumaz y apasionado,
Puesto delante el general provecho,
Fueros y libertades prometiesen
Con que á su devocion le redujesen.

Y aunque entendiese el viejo rey prudente
Ser esto lo que á todos convenia,
Pues por la espresa ley derechamente
El reino á su sobrino le venia;
Con larga dilacion impertinente
El negocio suspenso entretenia,
A fin que aquellos súbditos y estados
Fuesen con mas ventaja aprovechados.

Pues como hubiese el tardo rey dudoso
El término y respuesta diferido,
Llegó aquel de la muerte presuroso,
Del autor de la vida estatuido:
Por donde al succesor le fué forzoso,
Viendo al rebelde pueblo endurecido,
Juntar contra sus fines y malicia
Las armas y el poder con la justicia.

Habiendo antes con todos procurado
Muchos medios de paz por él movidos,
Provocando al temoso y porfiado
Con dádivas, promesas y partidos :
Mas el poblacho terco y obstinado,
No estimando los bienes ofrecidos,
La enemistad del todo descubierta,
Al derecho y razon cerró la puerta.
¡Quién pudiera deciros tantas cosas
Como aquí se me van representando,
Tanto rumor de trompas sonorosas,
Tanto estandarte al viento tremolando,
Las prevenidas armas sanguinosas
Del portugués y castellano bando,
El aparato y máquinas de guerra,
Las batallas de mar y las de tierra!
Veránse entre las armas y fiereza
Materias de derecho y de justicia,
Ejemplos de clemencia y de grandeza,
Proterva y contumaz enemicicia,
Liberal y magnánima largueza
Que los sacos hinchó de la codicia,
Y otros matices vivos y colores
Que felices harán los escritores.

Canten de hoy mas los que tuvieren vena,
Y enriquezcan su verso numeroso,
Pues Felipe les da materia llena

Y un campo abierto, fértil y espacioso;

Que la ocasion dichosa y sucrte buena
Vale mas que el trabajo infrutuoso :
Trabajo infrutuoso como el mio,
Que siempre ha dado en seco y en vacío.
¡Cuántas tierras corrí, cuántas naciones
Hácia el helado norte atravesando,
Y en las bajas antárticas regiones
El antipoda ignoto conquistando !
Climas pasé, mudé constelaciones,
Golfos innavegables navegando,
Estendiendo, señor, vuestra corona
Hasta casi la austral frígida zona.

¿Qué jornadas tambien por mar y tierra
Habeis hecho que deje de seguiros?
A Italia, Angusta, á Flandes, á Inglaterra
Cuando el reino por rey vino á pediros:
De allí el furioso estruendo de la guerra
Al Perú me llevó por mas serviros,
Do con suelto furor tantas espadas
Estaban contra vos desenvainadas.

Y el rebelde indiano castigado,
Y el reino á la obediencia reducido,
Pasé al remoto Arauco, que alterado
Habia del cuello el yugo sacudido;
Y con prolija guerra sojuzgado,
Y al odioso dominio sometido,
Segui luego adelante las conquistas
De las últimas tierras nunca vistas.

Dejo, por no cansaros y ser mios,
Los inmensos trabajos padecidos,
La sed, hambre, calores y los frios,
La falta irremediable de vestidos,
Los montes que pasé, los grandes rios,
Los yermos despoblados no rompidos,
Riesgos, peligros, trances y fortunas,
Que aun son para contadas importunas.
Ni digo como al fin por acidente
Del mozo capitan acelerado
Fuí sacado á la plaza injustamente
A ser públicamente degollado :
Ni la larga prision impertinente
Do estuve tan sin culpa molestado,
Ni mil otras miserias de otra suerte,
De comportar mas graves que la muerte.

Y aunque la voluntad, nunca cansada,
Está para serviros hoy mas viva,
Desmaya la esperanza quebrantada
Viéndome prohejar siempre agua arriba:
Y al cabo de tan larga y gran jornada
Hallo que mi cansado barco arriba
De la adversa fortuna contrastado
Lejos del fin y puerto deseado.

Mas ya que de mi estrella la porfia Me tenga así arrojado y abatido, Verán al fin que por derecha via La carrera dificil he corrido:

Y aunque mas inste la desdicha mia
El premio está en haberle merecido,
Y las honras consisten no en tenerlas,
Sino en solo arribar á merecerlas ;

Que el disfavor cobarde que me tiene
Arrinconado en la misería suma
Me suspende la mano y la detiene
Haciéndome que pare aquí la pluma.
Así doy punto en esto, pues conviene
Para la grande innumerable suma
De vuestros hechos y altos pensamientos
Otro ingenio, otra voz y otros acentos.

Y pues del fin y término postrero
No puede andar muy lejos ya mi nave,
Y el temido y dudoso paradero
El mas sabio piloto no le sabe:

Considerando el corto plazo, quiero
Acabar de vivir antes que acabe
El curso incierto de la incierta vida,
Tantos años errada y distraida.

Que aunque esto haya tardado de mi parte,
Y á reducirme á lo postrero aguarde,
Sé bien que en todo tiempo y toda parte
Para volverme à Dios jamas es tarde,
Que nunca su clemencia usó de arte;
Y así el gran pecador no se acobarde,
Pues tiene un Dios tan bueno, cuyo oficio
Es olvidar la ofensa y no el servicio.

Y yo que tan sin rienda al mundo he dado
El tiempo de mi vida mas florido,
Y siempre por camino despeñado
Mis vanas esperanzas he seguido,
Visto ya el poco fruto que he sacado,
Y lo mucho que á Dios tengo ofendido,
Conociendo mi error, de aquí adelante
Será razon que llore y que no cante.

FIN.

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DECLARACION DE ALGUNAS COSAS DE ESTA
OBRA....

CANTO PRIMERO.-El cual declara el asiento
y descripcion de la provincia de Chile y
estado de Arauco, con las costumbres y
modos de guerra que los naturales tienen.
Asimismo trata en suma la entrada y con
quista que los españoles hicieron hasta
que Arauco se comenzó á rebelar. ....
CANTO II. - Pónese la discordia que entre
los caciques de Arauco hubo sobre la
eleccion de capitan general, y el medio
que se tomó por el consejo del cacique
Colocolo, con la entrada que por engaño
los bárbáros hicieron en la casa fuerte
de Tucapel, y la batalla que con los es-
pañoles tuvieron...

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CANTO IV.-Vienen catorce españoles por
concierto á juntarse con Valdivia en la
fuerza de Tucapel: hallan los indios en
una emboscada con los cuales tuvieron
un porfiado reencuentro: llega Lautaro
con gente de refresco: mueren siete es-
pañoles y todos los amigos que llevan :
escápanse los otros por una gran ventura. 23
CANTO V. Contiénese la muy reñida ba-
talla que entre los españoles y los arau-
canos hubo en la cuesta de Andalican,
donde por la astucia de Lautaro y el de-
masiado trabajo de los españoles, fueron
los nuestros desbaratados, y muertos mas
de la mitad de ellos, juntamente con la de
tres mil indios amigos..

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CANTO VI. Prosigue la comenzada ba-
talla, con las estrañas y diversas muertes
que los araucanos ejecutaron en los ven-
cidos, y la poca piedad que con los niños
y mujeres usaron, pasándolos todos á
cuchillo.....

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CANTO VII. Llegan los españoles á la
ciudad de la Concepcion hechos pedazos,
cuentan el destrozo y pérdida de nuestra
gente, y vista la poca que para resistir
tan gran pujanza de enemigos en la ciu-
dad habia, y las muchas mujeres, niños
y viejos que dentro estaban, se retiran
en la ciudad de Santiago. Asimismo en
este canto se contiene el saco, incendio
y ruina de la ciudad de la Concepcion.. 40
CANTO VIII. Júntanse los caciques y
señores principales á consejo general en
el valle de Arauco. Mata Tucapel al ca-
cique Puchecalco, y Caupolican viene
con poderoso ejército sobre la ciudad im-
perial, fundada en el valle de Cauten...

-

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--

CANTO IX. Llegan los araucanos à tres
leguas de la Imperial con grueso ejército :
no ha efecto su intencion por permision
divina. Dan la vuelta á sus tierras, á donde
los vino nueva que los españoles estaban
en el asiento de Penco reedificando la
ciudad de la Concepcion; vienen sobre
los españoles, y hubo entre ellos una
recia batalla.
Pág. 50

CANTO X. · Ufanos los araucanos de las
victorias habidas, ordenan unas fiestas
generales donde concurrieron diversas
gentes así estranjeras como naturales,
entre los cuales hubo grandes pruebas y
diferencias.

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dife-

CANTO XI. Acábanse las fiestas
rencias, y caminando Lautaro sobre la
ciudad de Santiago, antes de llegar á ella
hace un fuerte, en el cual metido, vienen
los españoles sobre él, donde tuvieron
una recia batalla...
CANTO XII. Recogido Lautaro en su
fuerte, no quiere seguir la vitoria por en-
tretener á los españoles. Pasa ciertas ra-
zones con él Marcos Vaez, por las cuales
Pedro de Villagran viene à entender el
peligroso punto en que estaba, y levan-
tando su campo se retira. Viene el mar-
ques de Cañete á la ciudad de Los Reyes
en el Perú.

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CANTO XIII.Hecho el marques de Ca-
ñete el castigo en el Perú, llegan mensa-
jeros de Chile á pedirle socorro; el cual,
vista ser su demanda importante y justa,
se le envía grande por mar y por tierra.
Tambien contiene al cabo este canto
como Francisco de Villagran, guiado por
un indio, viene sobre Lautaro..
CANTO XIV. Llega Francisco de Villa-
gran de noche sobre el fuerte de los ene-
migos sin ser dellos sentido da al ama-
necer súbito en ellos, y á la primera re-
friega muere Lautaro. Trábase la batalla
con harta sangre de una parte y de otra. 82
CANTO XV. -En este quinceno y último
canto se acaba la batalla, en la cual
fueron muertos todos los araucanos sin
querer ninguno dellos rendirse. Y se
cuenta la navegacion que las naos del
Perú hicieron hasta llegar á Chile; y la
grande tormenta que entre el rio de Maule
y el puerto de la Concepcion pasaron..

PARTE SEGUNDA.
CANTO XVI.-En este canto se acaba la
tormenta. Contiénese la entrada de los
españoles en el puerto de la Concepcion
é isla de Talcaguano: el consejo general
que los indios en el valle de Ongolmo tu-
vieron la diferencia que entre Petegue-
len y Tucapel hubo; asimismo el acuerdo
que sobre ella se tomó .

CANTO XVII. -Hace Millalauco su emba-
jada salen los españoles de la isla le-
vantando un fuerte en el cerro de Penco,
vienen los araucanos á darles el asalto.
Cuéntase lo que en aquel mismo tiempo

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CANTO XIX. En este canto se contiene
el asalto que los araucanos dieron á los
españoles en el fuerte de Penco la ar-
remetida de Gracolano á la muralla la
batalla que los marineros y soldados que
habian quedado en guarda de los navios
tuvieron en la marina con los enemigos. 112
CANTO XX. - Retiranse los araucanos con
pérdida de mucha gente: escápase Tuca-
pel muy herido rompiendo por los ene-
migos cuenta Tegualda á don Alonso
de Ercilla el estraño y lastimoso proceso
de su historia.

CANTO XXI. Halla Tegualda el cuerpo

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del marido, y haciendo un llanto sobre él
le lleva á su tierra. Llegan á Penco los
españoles y caballos que venian de San-
tiago y de la Imperial por tierra. Hace
Caupolican muestra general de su gente. 122
CANTO XXII. -Entran los españoles en el
estado de Arauco traban los araucanos
con ellos una reñida batalla: hace Rengo
de su persona gran prueba cortan las
manos por justicia à Galvarino, indio

valeroso..

CANTO XXIII. Llega Galvarino á donde
estaba el senado araucano hace en el
consejo una habla, con la cual desbarata
los pareceres de algunos. Salen los es-
pañoles en busca del enemigo: pintase la
cueva del hechicero Fiton, y las cosas
que en ella habia.

CANTO XXIV.-En este canto solo se con-
tiene la gran batalla naval, el desbarate
y rota de la armada turquesca, con la
huida de Ochali..

CANTO XXV. Asientan los españoles su
campo en Millarapué; llega á desafiarlos
un indio de parte de Caupolican; vienen
á la batalla muy reñida y sangrienta;
señálanse Tucapel y Rengo. Cuéntase
tambien el valor que los españoles mos-
traron aquel dia

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CANTO XXVI. En este canto se trata el
fin de la batalla y retirada de los arau-
canos la obstinacion y pertinacia de
Galvarino, y su muerte. Asimismo se
pinta el jardin y estancia del mago Fiton. 152
CANTO XXVII.-En este canto se pone la
descripcion de muchas provincias, mon-
tes, ciudades famosas por natura y por
guerras. Cuéntase tambien como los es-
pañoles levantaron un fuerte en el valle
de Tucapel; y como don Alonso de Er-
cilla halló á la hermosa Glaura...
CANTO XXVIII. -Cuenta Glaura sus des-
dichas y la causa de su venida. Asaltan
los araucanos á los españoles en la que-
brada de Puren: pasa entre ellos una re-

......

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gaje retiranse alegres aunque desbara-
tados...
CANTO XXIX. Entran los araucanos en
nuevo consejo: tratan de quemar sus ha-
ciendas. Pide Tucapel que se cumpla el
campo que tiene aplazado con Rengo :
combaten los dos en estacado brava y
animosamente....
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PARTE TERCERA.

CANTO XXX. Contiene este canto el fin
que tuvo el combate de Tucapel y Rengo.
Asimismo lo que Pran, araucano, pasó
con el indio Andresillo, yanacona de los
españoles...

CANTO XXXI. .-Cuenta Andresillo á Rei-
noso lo que con Pran dejaba concertado.
Habla con Caupolican cautelosamente,
el cual, engañado, viene sobre el fuerte,
pensando hallar á los españoles dur-
miendo.

CANTO XXXII. -Arremeten los arauca-
nos al fuerte, son rebatidos con mise-
rable estrago de su parte. Caupolican se
retira á la sierra deshaciendo el campo.
Cuenta don Alonso de Ercilla, á ruego de
ciertos soldados, la verdadera historia y
vida de Dido..

CANTO XXXIII.- Prosigue don Alonso la
navegacion de Dido hasta que llegó á Bi-
serta; cuenta como fundó á Cartago y la
causa por qué se mató. Tambien se con-
tiene en este canto la prision de Caupo-
lican....

......

CANTO XXXIV.-Habla Caupolican á Rei-
noso, y sabiendo que ha de morir se
vuelve cristiano: muere de miserable
muerte, aunque con ánimo esforzado.
Los araucanos se juntan á la eleccion del
nuevo general.....

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CANTO XXXV. - Entran los españoles en
demanda de la nueva tierra. Sáleles al
paso Tunconabala, persuádeles á que se
vuelvan; pero viendo que no aprovecha,
les ofrece una guia que los lleva por
grandes despeñaderos, donde pasaron
terribles trabajos...

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CANTO XXXVI. — Sale el cacique de la
barca á tierra; ofrece á los españoles
todo lo necesario para su viaje; y prosi-
guiendo ellos su derrota, les ataja el ca-
mino el desaguadero del archipiélago;
atraviésale don Alonso en una piragua
con diez soldados; vuelven al alojamien-
to, y de allí por otro camino á la ciudad
Imperial. Embárcase don Alonso de Er-
cilla para España, y recorre varias pro-
vincias de Europa; manda el rey don Fe-
lipe levantar gente para entrar en Por-
tugal..
....... 204
CANTO XXXVII. En este último canto
se trata como la guerra es de derecho de
las gentes; y se declara el que el rey don
Felipe tuvo al reino de Portugal, junta-
mente con los requerimientos que hizo á
los portugueses para justificar mas sus

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