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BIBLIOTECA UNIVERSAL

CANTARES POPULARES

Y

LITERARIOS

RECOPILADOS

POR D. MELCHOR DE PALAU

EDICIÓN ILUSTRADA

BARCELONA

MONTANER Y SIMÓN, EDITORES

CALLE DE ARAGÓN, NÚMS. 309 Y 311

Es propiedad

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Se ha dicho de España que es la patria del Romancero; yo me atrevo á añadir algo á ya tan halagüeña frase: á decir que es la patria del Romancero y de los Cantares. Los literatos alemanes, á quienes principalmente se debe la definición primera, quizá no desdeñen la segunda.

El Romancero es el ayer, es la estereotipación de nuestras hazañas, de nuestras leyendas y tradiciones, es el jugo no evaporado de nuestros caballerescos amores; eminentemente objetivo, conserva en sí el encanto de las lejanías, el aparato de la gloria, el nimbo de lo heroico, el dejo atractivo de lo que se va; los Cantares son el hoy, son el siempre, son lo interno, lo sincero, lo pasional. Ayes, quejas, máximas, amenazas, ansias, consejos, burlas, plegarias y exageraciones de un pueblo, constituyen su alma entera, lo revelan tal cual es, con sus animosas virtudes, con sus simpáticos defectos: autobiografía en que las venideras edades estudiarán sus costumbres, su lengua, sus amores, su filosofía y su religiosidad, forman además, y sobre todo, un acervo de encantadoras bellezas, en que la poesía culta puede hallar, y halla, sanos elementos.

para su desarrollo, al tiempo que sencillo yugo á fin de que no se aparte de las apacibles sendas de la naturaleza.

Hállase en el Cantar como una concentración de los caracteres y condiciones de las diversas razas que se han sucedido en nuestro suelo y aun mucho de lo que han aportado de lejanos países: no fuera difícil señalar en él la hierática melodía egipcia, la parsimonia fenicia, la nebulosidad septentrional, la caballería normanda, el individualismo godo, el lujo árabe, el reposo semita, la elegancia griega, la dicción latina, y sobre ello, como dominándolo, como unificándolo, el influjo autóctono, el carácter español formado por condensación desde los siglos medios, la belleza del país, la fuerza de los rayos solares encendiendo la sangre directamente y transmitiéndose además por los espumosos productos de la tierra.

Son para Cervantes «agudezas que á modo de blanda espina os atraviesan el alma y como rayo os hieren en ella;» «síntesis de la poesía,» en opinión de Bécquer; «fugitivos rasgos de ingenio y flores silvestres que nacen sin cultivo, según García Gutiérrez en su discurso de recepción en la Academia Española; espejos del alma,» al decir del ingenioso autor de La Primavera y el Estio; «suspiros rimados,» para Emilia Pardo Bazán; y pueden definirse también la pasión hecha verbo y vibrando acompasadamente.>>

Uno de sus encantos mayores es su naturaleza genuinamente española: no es el lied alemán ni el outa japonés, aunque algo se les parece. «Palabra muy difícil de verter en nuestro idioma, donde no tiene equivalente,» dice de él Antonio de Latour en la Revue Britannique (1), y la eminente escritora antes citada así se expresa en un artículo publicado en la Revue des Revues acerca del movimiento literario de nuestra patria: «Recordaré que existe en España una forma poética completamente original, los Cantares. Trátase de coplas de origen popular y de poetas ignorados, tesoro que algunos poetas cultivados han venido á aumentar;» y después de mencionar los que á su juicio han sobresalido en dicho género lo cual omito, - añade: «Los Cantares, como su nombre indica, se cantan con acompañamiento de guitarra en las fiestas gitanas, mientras rebosa. la dorada espuma de la manzanilla en estrechos vasos. La voluptuosa melancolía del Cantar se adapta perfectamente á la música andaluza de los polos, playeras, peteneras y soleares. El Cantar es una compensación de la poesía acadé mica y docta, que aún asoma su rugosa faz en concursos y juegos florales, pero cuyo reino, salvo en tales casos, puede darse por definitivamente acabado.>>

Llevan, en efecto, los Cantares en sus notas y palabras gérmenes de la tierra en que han nacido: de ahí su marcado carácter regional: ¡qué diferencia entre (1) Enero de 1867.

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