Costas y montañas: diario de un caminanteRenacimiento, 1921 - 429 páginas |
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Página 88
... poner entre el pavoroso furor de los mares y el trabajado casco de sus lanchas . Desde aquel peñón se espaciaba la vista , arrullada por ese crudo y áspero quejido del agua entre las piedras , cuando so- pla la brisa veraniega de ...
... poner entre el pavoroso furor de los mares y el trabajado casco de sus lanchas . Desde aquel peñón se espaciaba la vista , arrullada por ese crudo y áspero quejido del agua entre las piedras , cuando so- pla la brisa veraniega de ...
Página 105
... poner la quilla de un buque mercante . Así se sorprende el forastero al entrar en su iglesia y verla pintada de banderas y trofeos militares . La vida del sitio es vida de ocioso , y ha tro- cado la viva agitación y el ronco ruido de la ...
... poner la quilla de un buque mercante . Así se sorprende el forastero al entrar en su iglesia y verla pintada de banderas y trofeos militares . La vida del sitio es vida de ocioso , y ha tro- cado la viva agitación y el ronco ruido de la ...
Página 125
... poner a los mastyles destas naves cru- ces . - Desi movieron de aquel logar do descendieran - e ydas al medio el coso quedo el viento que non fazie punto del - e fueron los de las naves en gran coyta coydando que non aca- barien lo ...
... poner a los mastyles destas naves cru- ces . - Desi movieron de aquel logar do descendieran - e ydas al medio el coso quedo el viento que non fazie punto del - e fueron los de las naves en gran coyta coydando que non aca- barien lo ...
Página 148
... poner espuelas a la rucia , que repicando el paso toma la cuesta del Cubo y desaparece entre los setos de las huertas . El hidalgo se para y descubre ; imítanle muchos de los transeuntes ; el racionero reza , las mu- jeres en lo alto se ...
... poner espuelas a la rucia , que repicando el paso toma la cuesta del Cubo y desaparece entre los setos de las huertas . El hidalgo se para y descubre ; imítanle muchos de los transeuntes ; el racionero reza , las mu- jeres en lo alto se ...
Página 151
... poner la primera piedra de su casa . » Hincóse el hidalgo a besar el hábito del santo , y ufano de la elección divina , cedió las tierras para fundación de la orden . Singular vacío ocupa en las historias franciscanas el lugar del viaje ...
... poner la primera piedra de su casa . » Hincóse el hidalgo a besar el hábito del santo , y ufano de la elección divina , cedió las tierras para fundación de la orden . Singular vacío ocupa en las historias franciscanas el lugar del viaje ...
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Términos y frases comunes
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Pasajes populares
Página 388 - E los unos ni los otros no fagades ni fagan ende al por alguna manera so pena de la nuestra merced é de diez mil maravedís...
Página 381 - Don Carlos, por la gracia de Dios Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalem, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Cordova, de Córcega, de Murcia, de Jaén...
Página 388 - Nos en la nuestra Corte, donde quier que nos seamos del día, que vos emplazare fasta quince días primeros siguientes, so la dicha pena, so la qual mandamos a qualquier Escrivano público, .que para esto fuere llamado, que dé ende al que vos la mostrare testimonio signado con su signo, por que nos sepamos en como se cumple nuestro mandado.
Página 389 - Granada, a los 9 días del mes de noviembre año del nacimiento de nuestro salvador Jesucristo de mil quinientos veinte e seis años. Yo el Rey. — Yo Francisco de los Cobos, Secretario de sus Cesares y Católicas Majestades, la fice escribir por su mandado".
Página 381 - Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia de Jaén, de los Algarbes, de...
Página 15 - ... del monasterio... echando el apellido (como decían los banderizos de la Edad Media), no para homicidas empresas ni cruentas obras, sino para satisfacer la deuda sagrada que al nacer contrajo todo hombre con el suelo que le dió cuna: la de emplear en su servicio la mejor porción de su obra».
Página 48 - Mi amor me dice de usted y yo lo mismo le digo, y en estando los dos solos, de tú por tú nos decimos. Ya no se estila decir: ¡viva el oro, viva el oro!, que sólo se dice ahora: ¡viva la prenda que adoro! Viva Cádiz, viva el Puerto, viva quien sabe querer, viva quien pasa en el mundo penas por una mujer. He estado en el purgatorio y he visto todas las penas, y he visto que por querer ningún alma se condena. Yo quiero bien, y no puedo decir á quién quiero bien; tan sólo diré que quiero sólo...
Página 54 - No trocara esta vida de picaro por , la mejor que tuvieron mis pasados. Tomé tiento a la corte; íbaseme sutilizando el ingenio por horas; di nuevos filos al entendimiento, y viendo a otros menores que yo, hacer con caudal poco mucha hacienda, y comer sin pedir ni esperarlo de mano ajena, que es pan de dolor, pan de sangre, aunque te lo dé tu padre, con deseo de esta gloriosa libertad, y no me castigasen, como a otros por vagabundo, acomodéme a llevar los cargos que podían sufrir mis hombros.
Página 316 - ¡Benditos aquellos que cuando las flores se muestran al mundo desciben las aves, e fuyen las pompas e vanos honores, e ledos escuchan sus cantos suaves! ¡Benditos aquellos que en pequeñas naves siguen los pescados con pobres traínas! Ca éstos non temen las lides marinas, nin cierra sobre ellos Fortuna sus llaves.
Página 194 - Las aguas corrientes no son riqueza sólo; son vida del paisaje. Porque el agua posee los tres accidentes del vivir: luz, voz y movimiento; luz reflejada, como la luz de la pupila; voz ligera y amorosa, soñolienta y grave. como la voz de la garganta humana. No hay soledad donde el agua corre; no hay tristeza donde el agua mana; no hay desierto donde el agua vive. Fecunda el suelo y despierta el alma, arrulla el dolor, ensancha la alegría, es compañía y música, medicina y deleite; sobre sus ondas...